miércoles, 27 de enero de 2016

Tom Bombadil

¿Qué es Tom Bombadil?

            La naturaleza de Tom Bombadil es probablemente uno de los mayores enigmas del mundo de Tolkien. Es habitual que tras leer El Señor de los Anillos alguien se pregunte quién es Tom. Podría decir, sin riesgo a equivocarme, que es la pregunta más frecuente que se solían hacer en los foros tolkiendilis. Y una de las más difíciles de responder, o bien cuya respuesta es insatisfactoria.

            En primer lugar quisiera centrar la atención en el título de este artículo. Si nos preguntásemos quién es Tom Bombadil, tal vez nos encontraríamos con una respuesta igual a aquella que le da Tom a Frodo:

            "-¿Quién sois, Señor?
 -¿Eh? ¿Qué? -dijo Tom enderezándose, y los ojos le brillaron en la oscuridad-. ¿Todavía no sabes cómo me llamo? Ésa es la única respuesta. Dime, ¿quién eres tú, solo, tú mismo y sin nombre? Pero tú eres joven, y yo soy viejo. El Antiguo, eso es lo que soy. Prestad atención, amigos míos: Tom estaba aquí antes que el río y los árboles. Tom recuerda la primera gota de lluvia y la primera bellota. Abrió senderos antes de que apareciese la Gente Grande, y vio llegar a la Gente Pequeña. Estaba aquí antes que los Reyes y los sepulcros y los Tumularios. Cuando los Elfos marcharon hacia el oeste, Tom ya estaba aquí, antes que los mares se replegaran. Conoció la oscuridad bajo las estrellas antes que apareciera el miedo, antes que el Señor Oscuro viniera de Afuera."
En casa de Tom Bombadil. La Comunidad del Anillo. p. 160-161

Pero esta respuesta no nos satisface, ¿verdad? Porque queremos conocer su naturaleza, cómo clasificarlo en el legendarium o mitología de Tolkien, y para ello esa no es la pregunta indicada, tal y como indica el profesor:

“Frodo ha preguntado no «qué es Tom Bombadil», sino «Quién es». Nosotros y él, sin duda con negligencia, confundimos las preguntas. Baya de Oro da lo que creo la respuesta correcta [Es él]. No es preciso que entremos en las sublimidades del «Soy el que soy», que es algo muy diferente del él es. Añade como concesión una enunciación de parte de lo «que» es. Es señor de un modo peculiar: no tiene miedo y ningún deseo de posesión o dominio en absoluto. Meramente conoce y comprende las cosas que le conciernen en su propio pequeño reino natural. Apenas juzga y, aun en la medida en que podemos ser testigos, ni siquiera hace un esfuerzo por modificar o eliminar el Sauce.”
Carta 154 (septiembre 1954). Cartas. p. 226

En realidad, queremos saber qué es. Así pues, comencemos por el principio… Tom Bombadil apareció por primera vez en un poema publicado en la revista Oxford Magazine el 15 de febrero de 1934. Pero el nombre tiene un origen anterior. En Guía de lectura de El Señor de los Anillos de Hammond y Scull podemos leer lo siguiente:

“Michael y Priscilla, segundo hijo e hija respectivamente de Tolkien, declararon en 1974 que Tom Bombadil fue el nombre de un muñeco holandés de muchos colores perteneciente a los hijos de Tolkien y que estaba vestido exactamente igual que Tom Bombadil en El Señor de los Anillos. Existe otra declaración que cita al hijo mayor de Tolkien, John, que confirma lo anterior. De acuerdo con la obra de Humphrey Carpenter, Biografía, el muñeco pertenecía a Michael.”
Guía de lectura de El Señor de los Anillos. p. 236

Tolkien incorporó a ese personaje que había creado a su continuación de El Hobbit, y lo hizo sin darle demasiada importancia a cómo encajaría en la historia. No en cuanto a su función en la aventura, sino a su naturaleza en un legendarium que aún se estaba desarrollando.

“Como historia, creo que está bien que muchas cosas queden sin explicación (especialmente si la explicación existe en realidad); y desde este punto de vista quizá me he equivocado al tratar de explicar demasiado... Y aun en una Era mítica debe haber algunos enigmas, como los hay siempre. Tom Bombadil es uno de ellos (intencionalmente).”

“Tom Bombadil no es una persona importante, al menos en relación con la narración. Supongo que tiene cierta importancia como «comentario». Quiero decir, no es así como yo escribo realmente: es sólo una invención (que apareció por primera vez en la Oxford Magazine en 1933 aproximadamente) y representa algo que yo siento importante, aunque no estaría preparado para analizar ese sentimiento con precisión.”
Carta nº 144 (abril 1954). Cartas. p.206, 211

Sabiendo la historia del muñeco, podemos pensar que Tom era un guiño privado a sus hijos y a su familia. Era una pequeña “licencia”, un “cameo” podríamos decir, del que no tenía muchas ganas de desvelar su origen. No deja de ser un elemento extraño en El Señor de los Anillos. Tenía un sombrero de copa alta y larga pluma azul; calzado con grandes botas amarillas; chaqueta azul; larga barba castaña; ojos azules y brillantes y la cara roja como una manzana madura”. Un aspecto, cuanto menos extravagante y discordante con cualquier otro ser del libro. Además el Anillo Único no tenía ningún poder sobre él, y él ejercía un poder absoluto sobre todas las cosas de su dominio: “Es el Señor de la madera, el agua y las colinas”. Capaz de dominar al Hombre Sauce o a un Tumulario.

“No creo que sea necesario filosofar sobre Tom, y hacerlo no lo mejoraría en nada.  Pero muchos lo han considerado un elemento extraño e incluso discordante. El hecho histórico es que lo incluí porque ya lo había «inventado» independientemente (apareció por primera vez en la Oxford Magazine) y quería una «aventura» en el camino. Pero lo mantuve, y tal como era, porque representa ciertas cosas que de otro modo hubieran quedado excluidas.”
Carta 153 (septiembre 1954). Cartas. p. 226

Hemos comentado el “origen” de Tom, ese muñeco de los hijos de Tolkien que se convirtió en protagonista de un poema en 1934 y que Tolkien quiso introducirlo en el Señor de los Anillos porque quería una aventura en el camino y porque representa ciertas cosas que de otro modo hubieran quedado excluidas. Pero así como su naturaleza es enigmática y posiblemente inclasificable, tenemos más información de aquello que representa Tom, de su función en la historia…

“No pretendo que sea una alegoría -de lo contrario no le habría dado un nombre tan particular, individual y ridículo-, pero la «alegoría» es el único modo de exhibir ciertas funciones: es, pues, una «alegoría» o un ejemplar, una encarnación particular de la ciencia natural pura (real); el espíritu que desea tener conocimiento de otras cosas, su historia y naturaleza, porque éstas son «otra, cosa» y enteramente independientes de la mente indagadora, un espíritu coevo de la mente racional sin el menor interés por «hacer» nada con el conocimiento: Zoología y Botánica, no Ganadería o Agricultura.”
Carta 153 (septiembre 1954). Cartas. p. 226

“Sin embargo, no lo habría incluido si no tuviera alguna especie de función... La historia se constituye en términos de un aspecto bueno y otro malo… pero ambos aspectos, conservador o destructivo, requieren, en cierto grado, algo de control. Sin embargo, si usted ha renunciado al control, como quien hace «un voto de pobreza», y se deleita en las cosas por sí mismas sin ninguna referencia a su propia persona, contemplando, observando, y hasta cierto punto conociendo, entonces la cuestión de lo bueno y lo malo del poder y del control carecería para usted de toda significación, y los mecanismos de poder le serían completamente inservibles. Éste es un punto de vista pacifista natural que siempre surge cuando se produce una guerra… De hecho hay cosas con las que no puede medirse, y de las que depende no obstante su existencia. En última instancia, sólo la victoria del Oeste permitirá que Bombadil continúe y aun que sobreviva. Nada había para él en el mundo de Sauron.
 Él es en cierto modo la respuesta que obtienen en el sentido de que es casi lo opuesto; es, por así decir, la Botánica y la Zoología (como ciencias) y la Poesía en cuanto opuestas a la Ganadería, la Agricultura y el pragmatismo.”
Carta 144 (abril 1954). Cartas. p. 211

Tom representa fundamentalmente a la ciencia, al conocimiento, “encarnado” en aquel que no desea hacer nada más que deleitarse con la cultura/sabiduría que puede adquirir de las cosas. Al renunciar al control, al poder y a la necesidad de actuar, es libre y los mecanismos de poder no le afectan. De esta forma, el Anillo Único no tiene influencia sobre él, es un simple anillo, un adorno. Lo decía Gandalf en El Concilio de Elrond:

-¿No habría tiempo de enviarle un mensaje y obtener su ayuda? -  preguntó Erestor-. Parece que tuviera poder aún sobre el Anillo.
-No, yo no lo diría así – respondió Gandalf -. Diría mejor que el Anillo no tiene poder sobre él. Es su propio amo. Pero no puede cambiar el Anillo mismo, ni quitarle el poder que tiene sobre otros.”
El Concilio de Elrond. La Comunidad del Anillo. p. 314

Vayamos ahora a aquello que realmente nos interesa, el objeto de este artículo, ¿qué es Tom Bombadil?, a pesar que el propio autor dijera que no era necesario filosofar sobre Tom, y hacerlo no lo mejoraría en nada.

No tenemos mucha información de Tom en El Señor de los Anillos. La que poseemos fundamentalmente tiene que ver con su “marco temporal”, es decir, ¿cómo de viejo es Tom? ¿Cuándo apareció? En El Concilio de Elrond se comenta que “Iarwain Ben-adar lo llamábamos: el más antiguo y el que no tiene padre”. En la respuesta que le da a Frodo citada al principio del artículo tenemos algo más de información. Nombra varios hechos, unos más antiguos que otros, y no ordenados cronológicamente. Los más destacados (por relevantes) son: Tom estaba aquí antes que el río y los árboles… Cuando los Elfos marcharon hacia el oeste, Tom ya estaba aquí, antes que los mares se replegaran. Conoció la oscuridad bajo las estrellas antes que apareciera el miedo, antes que el Señor Oscuro viniera de Afuera.”

Respecto a la última frase (Conoció la oscuridad bajo las estrellas…), Christopher Tolkien en El Retorno de la Sombra (p.157) no tiene ninguna duda que el Señor Oscuro es Melkor, y no Sauron, y aunque le parecería lógico que Afuera se refiriera a «la Oscuridad Exterior», «el Vacío» más allá de los Muros del Mundo, dice que es poco probable puesto que cuando escribió esa frase Melkor entraba al mundo con los Valar y no lo abandonaba hasta su derrota. Sólo después de la publicación de El Señor de los Anillos incorporó el relato de la Primera Guerra en la que Tulkas derrotaba a Melkor y lo hacía retroceder hasta la Oscuridad Exterior. De modo que, como dice Christopher, “da la impresión de que en realidad Bombadil debe referirse al regreso de Morgoth a la Tierra Media desde Valinor, acompañado por Ungoliant y llevando los Silmarils, o bien que para entonces mi padre ya había concebido de otra manera la historia anterior de Melkor.”

Podría resultar extraño que Christopher no valore la posibilidad que la frase mencionada pudiera referirse a antes de la primera entrada al mundo, antes de la llegada de los Valar, pero tiene su explicación. La frase mencionada nos describe un momento en el que existían las estrellas pero Melkor no había llegado (o vuelto) a la Tierra Media. En la Ainulindalë definitiva cuando los Valar descienden al mundo, éste aún no estaba formado, pues lo que habían visto era una visión: “Pero al principio, cuando los Valar entraron en Eä, se sintieron desconcertados y perdidos, pues les pareció que nada de lo que habían visto en la visión estaba hecho todavía, y que todo estaba a punto de empezar y aún informe y a oscuras (El Silmarillion, p. 20-21). Las estrellas no estaban creadas antes del descenso de los Valar, lo que impediría que la frase se pudiera referir a ese momento. Las estrellas se crean después, en los grandes trabajos que deben realizar tras la llegada. Unas estrellas débiles y distantes, diferentes a las que hace Varda con motivo de la aparición de los Elfos.

  Se podría argumentar que en la época anterior a la escritura de El Señor de los Anillos el origen del mundo era distinto y en él no había visión, sino que el mundo se hacía realidad antes que ellos descendieran (ver Ainulindalë B, El Camino Perdido, p. 181), lo que posibilitaría que Tom pudiera estar bajo el crepúsculo de las estrellas antes que Melkor bajara al mundo. Pero esto no es posible, porque en aquel entonces no existía un crepúsculo estelar que cubriera la Tierra Media anterior a las estrellas de Varda. Mientras escribía El Señor de los Anillos, en el Quenta Silmarillion sólo había un acto de creación de estrellas, justo antes del despertar de los Elfos. Como dice Christopher: “Aunque en los textos de los años treinta la antigua idea de los Cuentos Perdidos de que las estrellas fueron creadas en dos actos independientes se había abandonado, ahora reaparece [1950-51, posterior a la escritura de El Señor de los Anillos]: Varda forjó las estrellas «en edades olvidadas cuando trabajaba en Eä», y más adelante se dice en AAm que «hizo estrellas más nuevas y brillantes» antes del despertar de los Elfos” (El Anillo de Morgoth, p. 78). 

Comparemos unas frases del capítulo “De la llegada de los Elfos y el Cautiverio de Melkor” en la versión anterior a la escritura de El Señor de los Anillos y en la posterior, tal como aparece en El Silmarillion, que es muy similar al texto de Los Anales de Aman (AAm, año 1950-51).

“Durante todo este tiempo, desde que Morgoth derribara las lámparas, la Tierra Media al este de las Montañas de Valinor estuvo sin luz…
Varda contempló la oscuridad y se sintió conmovida. Por tanto recogió el rocío plateado que caía de Silpion y se guardaba en Valinor, y con él hizo las estrellas.”
Quenta Silmarillion (QS) (Año 1938). El Camino perdido. p. 245-246

“Durante largos años los Valar vivieron en beatitud a la luz de los Árboles más allá de las Montañas de Aman, pero un crepúsculo estelar cubría toda la Tierra Media…
Entonces Varda abandonó el consejo y desde las alturas de Taniquetil contempló la oscuridad de la Tierra Media bajo las estrellas innumerables, débiles y distantes, e inició entonces un gran trabajo… Recogió el rocío plateado de las tinas de Telperion, y con él hizo estrellas nuevas y más brillantes…”
El Silmarillion. p. 59-60

Aunque no se puede concretar demasiado el marco temporal de Tom, estas indagaciones sirven para descartar la posibilidad de que la frase se refiera a la entrada de los Valar al mundo. Algo que tiene su importancia, pues cronológicamente nada impide que Tom fuera un Ainu, Vala o Maia.

De cualquier modo, tenemos claro que Tom es un personaje muy viejo, el Antiguo, anterior al despertar de los Elfos, e incluso anterior a los árboles, cuyo nacimiento se sitúa en el año 1900 de la Edad de las Lámparas. Su enorme longevidad hace que queden muy pocas opciones reales en cuanto a su naturaleza. Es momento de ir viendo las diferentes teorías que existen y las posibilidades de ser ciertas.

Por su singularidad y su poder, o, mejor dicho, ausencia de poder sobre él, no es descabellado pensar que es el propio Eru (Dios). Así se lo preguntaba Peter Hastings, administrador de una librería católica de Oxford, Michel Straight, jefe de redacción de New Republic, o Rhona Beare, con motivo de una reunión de admiradores de El Señor de los Anillos. La respuesta de Tolkien no podía ser más categórica. No, Tom Bombadil no es Eru.

“En esta historia o mitología no se da en parte alguna una «encarnación» del Creador...
La Encarnación de Dios es algo infinitamente más grande que nada que yo me atreviera a escribir.”
Carta 181 (año 1956). Cartas. p. 278

“El Único no habita físicamente en ninguna parte de Eä.”
Carta 211 (año 1958). Cartas. p. 331

Si Tom Bombadil no puede ser Eru (Dios) lo lógico es pensar que debe ser un Ainu, un espíritu “angélico” creado antes que el mundo físico. El hecho que Tom esté en Arda (el mundo) antes que los árboles y el despertar de los Elfos impide que pueda ser un Elfo, un Hombre o el mismísimo Rey Brujo. Teorías absolutamente disparatadas.

Entre los Ainur están los Valar y los Maiar. Los Valar, más poderosos, llegaron antes a Arda y posteriormente lo hicieron los Maiar. La teoría más extendida sobre la naturaleza de Tom es aquella que lo cataloga como Maia. El discutible David Day así lo hace y la Guía de la Tierra Media de Robert Foster dice que es posible que lo fuera.

La teoría que defiende que es un Vala tiene la complejidad que, para que esto fuera así, Tom debería ser uno de los mencionados en El Silmarillion, pues en este libro se da el nombre de todos los Valar que descendieron a Arda. Por este motivo se suele decir que en realidad Tom era Aüle, pues de los Valar es al que más se le puede parecer. Además esta opinión se refuerza con el nulo poder que ejerce el Anillo sobre Tom, mientras que Maiar como Saruman o Gandalf son tentados o temen ser tentados por él. Debido a ello, se argumenta que Tom debía tener más poder, debía ser un Vala. Pero esta teoría tiene un punto débil, y es que se dice en El Silmarillion que todos los Valar salvo Ulmo, que vive en Ekkaia (Mar Circundante), viven en Valinor. Estas dificultades son las que probablemente hacen que haya mayor número de adeptos del origen Maia.

Se suele decir que la teoría en la que Tom es Maia tiene una incoherencia que radica en algo mencionado anteriormente. Tom se desliza el Anillo en el dedo y no sufre ningún cambio; el Anillo no tiene poder sobre él. Mientras, Saruman y Gandalf, siendo Maiar, sí se ven afectados por el Anillo. Aunque cabría señalar que tanto Saruman como Gandalf y el resto de Magos son Istari, Maiar con poderes limitados, de tal modo que la comparación no sería equitativa. Pero tampoco hay garantía que a mayor poder la influencia del Anillo fuera menor. Esto sería una simple suposición que no comparto.

La no-influencia del Anillo y otros personajes sobre él no se debe a un mayor poder “natural” de Tom. Aquello que representa Tom sería la explicación a la ausencia de poder sobre él. Esto es lo que lo hace único y diferente al resto. Como decía Tolkien: es una «alegoría», una encarnación particular de la ciencia natural pura (real); el espíritu que desea tener conocimiento de otras cosas. De este modo, y pudiendo ser las características y el comportamiento de los Ainur diferentes, Tom podría ser un Maia que tiene más intención de Saber que de Hacer, del conocimiento frente al pragmatismo. Y, como hemos visto anteriormente… Al renunciar al control, al poder y a la necesidad de actuar, es libre y los mecanismos de poder no le afectan.

Otra teoría que existe es la que dice que Tom es el propio Tolkien. A mi modo de ver, no tendría ningún sentido y realmente tampoco respondería a la pregunta ¿qué es Tom? Porque, en realidad, cuando se dice que Tom es Tolkien se quiere decir que Tom representa a Tolkien, no se está definiendo a un ser/raza dentro de la mitología de Tolkien, que es precisamente lo que queremos responder. Además, lo que representa Tom, su función, ya se ha comentado anteriormente, el propio autor lo desveló.

La última teoría digna de mención es aquella que define a Tom como un espíritu de la naturaleza, un ser que posiblemente fue creado junto a Arda. Esta creencia es un tanto ambigua, pues el origen de este espíritu es distinto según qué partidarios. Hay quien defiende que es una encarnación de Arda, hay quien dice que es un espíritu que “apareció” cuando Arda fue creada… Esta teoría se sustenta en unas palabras que escribió Tolkien a Stanley Unwin.

¿Piensa que Tom Bombadil, el espíritu de la campiña (en proceso de desvanecimiento) de Oxford y Berkshire, podría convertirse en el héroe de una historia?
Carta nº 19 (diciembre 1937). Cartas, p. 37

Si nos ceñimos al legendarium de Tolkien, podríamos aceptar que Tom es un espíritu de la naturaleza, pero entendiéndose como próximo a ella, o Amo de la Naturaleza, como Manwë lo era del Aire o Ulmo del Agua. Una encarnación de Arda, un ser que ha surgido de Arda, o cualquier cosa similar, es un tanto absurdo. Todo espíritu debe provenir de Eru (Dios): Ainur (Valar o Maiar), espíritus enviados a los kelvar y olvar (fauna y flora) o los Eruhíni (Hijos de Eru). Nadie puede crear vida salvo Eru, y un espíritu no surge de manera espontánea. Dicho esto, se entiende que Eru creó a Tom Bombadil y lo envió a Arda, o tal vez lo creara allí. Este espíritu podría ser de la misma “categoría” de los Ainur,  o bien como los Ents o las Águilas, o incluso de otra clase/jerarquía.

Concluyendo… cuando Tolkien introdujo a Tom Bombadil en El Señor de los Anillos no sabía qué era. Le gustaba el personaje que ya había creado años antes (Las aventuras de Tom Bombadil) por aquello que representaba (ciencia, conocimiento, inmunidad frente al poder) y simplemente decidió incorporarlo. Su legendarium o mitología estaba aún en desarrollo y no creo que pensara demasiado en ello. Una vez publicado el libro, cuando le preguntaron prefirió dejarlo en un enigma, un misterio, posiblemente porque no había pensado en si podía clasificarlo.

De modo que Tom es simplemente Tom, pero si quisiéramos hacer el ejercicio de intentar encajarlo en el legendarium y responder qué es Tom en mi opinión diría que indudablemente debería ser un Ainu, o bien un espíritu de distinta jerarquía que Eru mandó a Arda, un Espíritu de la Naturaleza si queremos llamarlo así. Y de los Ainur me inclino más hacia el origen Maia que el Vala porque considero que es más verosímil.

lunes, 25 de enero de 2016

La barba de los Elfos

¿Los Elfos tienen barba?


Al final de El Señor de los Anillos, cuando Frodo, Sam y los Elfos llegan a los Puertos Grises, allí se encuentran a Círdan, el Carpintero de Barcos, al cual se le describe de la siguiente manera:

“Cuando llegaron a las puertas, Círdan, el Guardian de las Naves se adelantó a darles la bienvenida. Era muy alto, de barba larga y todo gris y muy anciano, salvo los ojos que eran vivos y luminosos como estrellas; y los miró, y se inclinó en una reverencia, y dijo:
-Todo está pronto.”
Los Puertos Grises. El Retorno del Rey. p. 355

Círdan era muy anciano, un Elfo telerin pariente de Olwë y Elwë, de modo que posiblemente fue uno de aquellos que despertaron en Cuiviénen, uno de los primeros nacidos. Al lector le puede llamar la atención que tenga barba, cuando Tolkien no describe a ningún otro Elfo con barba. Esto tampoco implicaba forzosamente que los Elfos no tuvieran barba, pues las descripciones físicas que realizaba Tolkien no eran exhaustivas (aún tenemos la incógnita del color del pelo de Legolas). De modo que aún podríamos preguntarnos si algún otro Elfo tenía barba o si Círdan fue una excepción por ser tan mayor.

Esto queda parcialmente explicado en una nota escrita en diciembre de 1972 acerca de las palabras de Legolas a Imrahil en El Señor de los Anillos, cuando reconocía que había sangre élfica en el príncipe (El Retorno del Rey, p. 166). Christopher dice lo siguiente:

En una nota escrita en diciembre de 1972, o aún después, y entre los últimos escritos de mi padre acerca de la Tierra Media, hay un comentario sobre la ascendencia élfica de los Hombres: se la advertía en Hombres de aspecto lampiño (no tener barba era una característica de los Elfos)…
Galadriel y Celeborn. Cuentos Inconclusos. p. 314

 Si no tener barba era una característica de los Elfos, ¿cómo es que Círdan si tenía? Tolkien da la respuesta en un texto publicado en la Vinyar Tengwar en julio de 2000 (esta revista editada por la Elvish Linguistic Fellowship se encarga de publicar textos de material lingüístico de Tolkien no aparecidos en La Historia de la Tierra Media). Texto que Christopher omitió cuando publicó La marca de Fëanor (The Shibboleth of Fëanor), un ensayo sobre el nombre de los descendientes de Finwë, cuya fecha de escritura es igual o posterior a 1968.

“Elves did not have beards until they entered their third cycle of life. Nerdanel’s father was exceptional, being only early in his second.” 


 Los Elfos no tenían barba hasta entrar en su tercer ciclo de vida. El padre de Nerdanel fue una excepción, quien la tuvo prematuramente al comienzo de su segundo ciclo”
Vinyar Tengwar nº 41, p.9, julio 2000

Así pues, era característico de los Elfos no tener barba hasta que entraban en su tercer ciclo de vida, lo que hace no ser una excepción a Círdan, sino que simplemente es muy anciano y, por lo tanto, había alcanzado la edad suficiente para tenerla. El caso excepcional es el del padre de Nerdanel, Mahtan, suegro de Fëanor, que tenía barba en su segundo ciclo de vida.

Lo siguiente sería preguntarse cuántos ciclos de vida tiene un Elfo y cuánto duran. Lamentablemente no se puede ofrecer una clara respuesta a esto, pero gracias a la publicación del libro La Naturaleza de la Tierra Media conocemos un poco más de estos ciclos de vida. En un par de textos de 1969 se dice que “las vidas élficas deben estructurarse en ciclos”.

“Conseguían su longevidad mediante una serie de renovaciones. Tras el nacimiento, con la llegada de la madurez y los primeros síntomas de envejecimiento, comenzaban un período de tranquilidad en el que se «retiraban» por un tiempo, si era posible, y emergían del mismo físicamente renovados a un estado de salud parecido al de su primera madurez”
Ciclos de Vida Élficos. La Naturaleza de la Tierra Media. p. 162

Hemos llegado a la respuesta sobre el tema de la barba de los Elfos, al menos a lo que pensaba Tolkien en sus últimos años de vida: los Elfos no tenían barba hasta que llegaban a una cierta edad. Pero bien es cierto que probablemente no pensaba de igual forma cuando redactó El Señor de los Anillos. Convendría tener en cuenta que los textos mencionados son del año 68 y 72, mientras que el pasaje del encuentro entre Legolas e Imrahil y la descripción de Círdan son anteriores a 1948, y El Retorno del Rey se publica en 1955. ¿Qué es lo que me hace decir que tal vez Tolkien no pensara en los mismos términos cuando redactó El Señor de los Anillos? Dos fragmentos, uno más explícito que otro, me hacen razonar de esta manera.

El primero, que por sí solo no tendría ninguna trascendencia, es el ensayo de “Los Istari”, de 1954, publicado en Los Cuentos Inconclusos. En él se describe a Gandalf llegando a la Tierra Media.

“Casi siempre viajaba infatigable a pie, apoyándose en un cayado; y por ello era llamado entre los Hombres del Norte, Gandalf, el Elfo de la Vara. Pues lo creían (erróneamente, como ya se dijo) de la especie élfica, porque obraba a veces maravillas, y estaba enamorado en especial de la belleza del fuego, y sin embargo, estas maravillas las obraba sobre todo por alegría y deleite...”
Los Istari. Cuentos Inconclusos. p. 488-489  

Vemos que los Hombres confundían a Gandalf con un Elfo. Si Gandalf tenía barba, debemos pensar que los Hombres no encontraban extraño ver a Elfos con barba, y que tal vez Círdan no fuera el único con ella. Se podría pensar que tal vez, en ese momento, el no tener barba no era una característica de los elfos, pero esto no deja de ser una simple suposición sin ninguna certeza. Tampoco podemos saber si la idea de la barba en el tercer ciclo de vida élfico estaba presente en la cabeza de Tolkien por aquellas fechas, o si, en realidad, era más común que excepcional ver a Elfos con barba.

Como comentaba anteriormente, el texto de “Los Istari” no ofrece respuestas, pero puede actuar de complemento a otro más concluyente. Ese otro es un párrafo de Las Dos Torres.

Cuando Frodo y Sam llegaron a la Encrucijada vieron una enorme figura sentada como los grandes reyes de piedra de Argonath. La cabeza del rey yacía abandonada a la orilla del camino.

“-¡Mira, Sam! – exclamó con voz entrecortada -. ¡Mira! ¡El rey tiene otra  vez una corona!

Le habían vaciado las cuencas de los ojos, y la barba esculpida estaba rota, pero alrededor de la frente alta y severa tenía una corona de plata y oro.”
Viaje a la Encrucijada. Las Dos Torres. p. 357

Sobre este párrafo, sin más preámbulos, citaré lo que dicen Hammond y Scull en la Guía de lectura de El Señor de los Anillos:

“Sin embargo los reyes de Gondor tenían sangre élfica en su linaje, y en una nota escrita en diciembre de 1972 Tolkien comenta que «la ascendencia élfica de los Hombres […] [se] advertía en hombres de aspecto lampiño (no tener barba era una característica de los Elfos)» (Cuentos Inconclusos, p. 314). Pero ésta es una nota tardía, y el concepto puede no haber estado en la mente de Tolkien cuando escribió El Señor de los Anillos (en el Libro VI, Capítulo 9, el Elfo Círdan, el constructor de naves, es descrito con larga barba).”
Guía de lectura de El Señor de los Anillos. p. 654

La descripción de la barba de la estatua de un rey de Gondor es incompatible con el aspecto lampiño de los Hombres con ascendencia élfica. Los Reyes de Gondor no deberían tener barba. Esto hace pensar, como dicen Hammond y Scull, que parece probable que esta idea no existiera en los años 40 y 50, pudiendo entonces tener barba aquellos Hombres con sangre élfica en su linaje y (posiblemente) siendo más común que los Elfos tuvieran barba (véase la confusión de Gandalf con un Elfo, Cuentos Inconclusos).

jueves, 21 de enero de 2016

El destino y el libre albedrío


El destino y el libre albedrío en el mundo de Tolkien


En el clímax de El Señor de los Anillos, cuando Frodo está en las Grietas del Destino, decide no hacer aquello que había venido a hacer. Frodo cede ante la voluntad del Anillo y decide no arrojar el Anillo al Fuego. Pero en aquel instante ocurrieron muchas cosas que acabaron con la destrucción del Anillo y la derrota de Sauron.

Fue gracias a la intervención de Gollum por lo que la Misión fue finalmente completada, y la pregunta que podríamos hacernos es: ¿fue fruto de la casualidad o el destino estaba marcado para que así sucediera?

El libre albedrío o libre elección se define como la capacidad de poder elegir y tomar nuestras propias decisiones. En el mundo de Tolkien no parece haber muchas dudas de su existencia.

“Para concluir: habiendo mencionado el Libre Albedrío, podría decir que en mi mito he utilizado la «subcreación» de un modo muy especial […] para volver visibles y físicos los efectos del Pecado o los abusos del Libre Albedrío por los hombres. El Libre Albedrío es derivativo y sólo operativo dentro de circunstancias dadas; pero para que pueda existir es necesario que el Autor lo garantice, suceda lo que suceda: especialmente cuando está «en contra de Su Voluntad»”
Carta 153, Cartas. p. 229

            El libre albedrío es aquel que permite a Morgoth, uno de los Valar creados por Eru (Dios), realizar cosas que estaban prohibidas: “Pero si «cayeran» como cayó el Diabulos Morgoth y empezaran a hacer cosas «para sí», éstas, pues «serían», aun cuando Morgoth quebrantó la suprema prohibición de hacer otras criaturas racionales como los Elfos o los Hombres.” [Orcos] y Eru tolerarlo: “Que Dios lo «tolerara» no parece peor teología que la tolerancia de la deshumanización calculada de los Hombres que se produce hoy por obra de los tiranos.” (Carta 153, p. 230)

“Pero el Único conserva su autoridad definitiva y (o así parece verse en el tiempo serial) se reserva el derecho a meter el dedo de Dios en la historia… De acuerdo con la fábula, los Elfos y los Hombres fueron las primeras de estas intromisiones, hechas en verdad mientras la «historia» era todavía sólo una historia y no estaba «realizada»; por tanto, de ningún modo fueron concebidos o creados por los dioses, los Valar, y se los llamó los Eruhíni o «Hijos de Dios», y para los Valar fueron un elemento incalculable: esto es, eran criaturas racionales de libre voluntad en relación con Dios.”
Carta 181, Cartas. p. 276-277

            Volviendo a los acontecimientos que suceden en El Monte del Destino, y admitiendo el libre albedrío, ¿deberíamos pensar que el hecho que Gollum le arrebatara el Anillo a Frodo y posteriormente cayera en el Fuego, fue una simple casualidad?

En varias cartas Tolkien habla acerca del momento de la destrucción del Anillo y la prueba que supuso para Frodo. En una de ellas responde de la siguiente forma:

“Si relee los pasajes que tratan de Frodo y el Anillo, creo que comprenderá que no solo le era del todo imposible entregar el Anillo, …, sino que esta incapacidad se presagiaba desde mucho tiempo atrás... Él (y la Causa) se salvaron... por Piedad: por el valor supremo y la eficacia de la Misericordia y el perdón de la ofensa.
 … Pienso más bien en las últimas peticiones misteriosas del Padrenuestro: No nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Una petición contra algo que no puede ocurrir es algo falto de sentido. Existe la posibilidad de ser colocado en una posición que está más allá del propio control. En ese caso (tal como lo creo), la salvación de la ruina dependerá de algo en apariencia sin conexión: la santidad general (y la humildad y la misericordia) de la persona que se sacrifica.”
Carta 191. Cartas. p. 295

No se puede negar que la obra de Tolkien, su legendarium, está influenciado por la religión y la mitología. Destaca principalmente la religión cristiana, que predomina especialmente en la concepción de la Creación y los Hijos de Dios. En la carta anterior, y en la siguiente que veremos, evidenciamos que aquello que sucede en las Grietas del Destino tiene un trasfondo religioso.

 “Pero en este punto se logra la «salvación» del mundo y la propia «salvación» de Frodo por su anterior piedad y el perdón de la ofensa... Tener «piedad» de él [Gollum] y abstenerse de matarlo fue una locura… Le robó y lo dañó al final; pero, por mediación de cierta «gracia», la última traición se produjo precisamente en el momento en que el acto malo final fue lo más benéfico que podía hacerse por Frodo. Por mediación de una situación creada por su «perdón», él mismo fue salvado y liberado de su carga.”
Carta 181. Cartas. p. 275

            Cabría destacar el papel fundamental que tiene la Piedad y Misericordia de Bilbo y Frodo al no haber matado a Gollum para que finalmente la Misión tuviera éxito. Sin duda nos hace recordar aquellas palabras de Gandalf:

“El corazón me dice que [Gollum] todavía tiene un papel que desempeñar, para bien o para mal, antes del fin: y cuando este llegue, la misericordia de Bilbo puede determinar el destino de muchos, no menos que el tuyo.”
La Sombra del Pasado. La Comunidad del Anillo. p. 79

Quisiera centrar la atención en una frase de la carta 181: “... por mediación de cierta «gracia», la última traición se produjo precisamente en el momento...”. No parece ser casual que la intervención de Gollum se produjera justo en ese instante. Podríamos pensar, por las implicaciones religiosas que llevamos observando, si algún espíritu de alto rango, algún Valar o el mismísimo Eru, medió en ese mismo instante, haciendo posible la destrucción de Sauron y la salvación de Frodo.

Tolkien nos da la respuesta en sus Cartas. En un par de ocasiones nombra al Escritor de la Historia, aquella persona que interviene para que suceda aquello que debía suceder. Nos interesa especialmente una, que nos proporciona muchísima información:

“Frodo merecía todo honor porque derramó hasta la última gota de la capacidad de su voluntad y de su cuerpo, y eso fue suficiente para llevarlo al punto destinado y no más allá. Muy pocos, quizá ninguno más de su tiempo, podrían haber llegado tan lejos. El Otro Poder se hizo cargo entonces del control: el Escritor de la Historia (por el que no me refiero a mí mismo), «esa persona siempre presente que nunca está ausente y nunca se la nombra»* (como ha dicho un crítico). Véase Vol.I, págs. 83-84.2

*En realidad, llamado «el Único» en Apéndice A. Los Númenóreanos (y los Elfos) son monoteístas absolutos.
2«Detrás de todo esto había algo más en juego, y que escapaba a los propósitos del hacedor del Anillo: no puedo explicarlo más claramente sino diciendo que Bilbo estaba destinado a encontrar el Anillo, y no por voluntad del hacedor.» (Gandalf a Frodo.)”
Carta 192. Cartas. p. 297, 518

El Escritor de la Historia no es otro que Eru, el Único, el Dios en el mundo de Tolkien, aquel que se reserva el derecho a meter el dedo de Dios en la historia (Carta 181, p. 276), y fue él quien intervino para salvar a Frodo, pues había llegado al límite de su voluntad y de su cuerpo. Fue una mediación divina que podríamos pensar que es puntual, una muestra de Piedad, pero se nos remite a la conversación entre Gandalf y Frodo en la que aparece la palabra destino (destinado) [en realidad no son las páginas 83-84, sino la 75 de mi edición]. Creo importante mencionar que las palabras destinado en el texto de El Señor de los Anillos aparecen en cursiva.

“Detrás de todo esto había algo más en juego, y que escapaba a los propósitos del hacedor del Anillo: no puedo explicarlo más claramente sino diciendo que Bilbo estaba destinado a encontrar el Anillo, y no por voluntad del hacedor. En tal caso, tú también estarías destinado a tenerlo.
La Sombra del Pasado. La Comunidad del Anillo. p. 75

Si Bilbo estaba destinado a tener el Anillo y Frodo a tenerlo, entonces se puede decir que ciertos acontecimientos que ocurren en la Historia ya están escritos. El destino parece que forma parte del mundo de Tolkien, pero si esto es así podríamos preguntarnos si no es incompatible con el libre albedrío.

La doctrina filosófica del determinismo, en su forma más débil, admite el libre albedrío de los individuos dentro de un sistema determinista. En un mundo creado por Tolkien, con sus propias reglas, se podría aceptar que fuera posible la libre elección del individuo, aunque en ciertos momentos supeditada a la voluntad de Eru que se reserva el derecho a meter el dedo de Dios en la historia. Pero también es verdad que esto es aparentemente contradictorio con el concepto que da Tolkien de libre albedrío: para que pueda existir [el libre albedrío] es necesario que el Autor lo garantice, suceda lo que suceda, algo que no es posible si ciertos acontecimientos están predestinados a que sucedan. No obstante, este debate acerca de la compatibilidad de destino y libre albedrío, no es el propósito de este artículo.

Volvamos a Frodo y aquello que sucede en el Monte del Destino. Hemos visto que fue la participación de Eru lo que posibilitó que se dieran ciertos acontecimientos que acabaron con la caída del Anillo al Fuego. Hay una carta, la Carta 246, que habla acerca de esa intervención.

“Frodo había hecho lo que podía y estaba exhausto (como instrumento de la Providencia) y había logrado una situación en la que el objeto de su búsqueda era alcanzable.”
Carta 246, Cartas, p. 380

 En este texto se nombra a Frodo como un instrumento de la Providencia (de Eru o Dios) y él mismo se sentía de igual forma, como un instrumento del bien.

[Frodo] …se veía a sí mismo y a todo lo que había hecho como un fracaso… Eso fue en realidad una tentación venida de la Oscuridad, una última chispa de orgullo: el deseo de haber vuelto como un “héroe”, no contento con ser el mero instrumento del bien.”
Carta 246, Cartas, p. 381-382

El ser un instrumento de algo sugiere que hay un propósito mayor, un plan que debe ser ejecutado o realizado. Un Plan Divino del que también forma parte, por otros motivos, Lúthien y Tuor.

“…los de Lúthien (y Túor) y la situación de sus descendientes fue un acto directo de Dios. La entrada en los Hombres de la corriente élfica representa, en verdad parte del Plan Divino para el ennoblecimiento de la Raza Humana, desde el principio destinada a desplazar a los Elfos.”
Carta 153, Cartas, p. 228-229

Sin duda, en ese Plan de ennoblecimiento de la Raza Humana habría que añadir el matrimonio de Arwen y Aragorn.

 “Hubo tres uniones entre los Eldar y los Edain: Lúthien y Beren; Idril y Tuor; Arwen y Aragorn. Por esta última, las ramas desde tanto tiempo atrás divididas de los Medio Elfos, volvieron a unirse y el linaje fue restaurado.”
Apéndice A, El Retorno del Rey, p. 362

“Lo que se quiere decir es que fue Arwen la que primero pensó en enviar a Frodo al Oeste y rogó por él ante Gandalf… y utilizó como argumento su propia renuencia al derecho de ir al Oeste que ella tenía. Su renuncia y su sufrimiento estaban relacionados y mezclados con los de Frodo: ambos formaban parte de un plan para la regeneración del estado de los Hombres.
Carta 246, Cartas, p. 381

Tolkien dijo que había libre elección, libre voluntad, pero también estamos viendo que existe un Plan Divino y que ciertos personajes participan en él. Están destinados a hacerlo como instrumento del bien. Personajes como Gildor, el elfo con el que Frodo se encuentra tras salir de la Comarca, podría ser uno de ellos. Un encuentro que no parece fortuito.

“quizá este encuentro no sea del todo casual, pero el propósito no me parece claro y temo decir demasiado.”
Tres es compañía, La Comunidad del Anillo, p. 107

            Con todas estas menciones al destino que llevamos observando, no es raro encontrarnos profecías en el mundo de Tolkien. Las profecías no dejan de ser predicciones que se hacen de hechos futuros, y según una acepción de la RAE, por inspiración divina o sobrenatural. De este modo, esas profecías “dicen” el destino de personajes u hechos, como, por ejemplo, la profecía de Glorfindel y el Rey Brujo: “¡No lo persigas! No volverá a esta tierra. Lejos está todavía su condenación, y no caerá por mano de hombre” (El Retorno del Rey, p. 383). Unas profecías que se cumplirán y Él (Eru) intervendrá, si es necesario, para que así sea, pues esa es su voluntad, su Plan.

Para concluir, nada mejor que hacerlo con las palabras de Gandalf a Bilbo.

“– ¡Entonces las profecías de las viejas canciones se han cumplido de alguna manera! – dijo Bilbo.
– ¡Claro! – dijo Gandalf-. ¿Y por qué no tendrían que cumplirse? ¿No dejarás de creer en las profecías sólo porque ayudaste a que se cumplieran? No supondrás, ¿verdad?, que todas tus aventuras y escapadas fueron producto de la mera suerte, para tu beneficio exclusivo. Te considero una gran persona, señor Bolsón, y te aprecio mucho; pero en última instancia, ¡eres sólo un simple individuo en un mundo enorme!”
La última jornada, El Hobbit, p. 360

martes, 19 de enero de 2016

Fracaso de Frodo


¿Fracasó Frodo en la Misión?


“Entonces Frodo pareció despertar, y habló con una voz clara, una voz límpida y potente que Sam no le conocía, y que se alzó sobre el tumulto y los golpes del Monte del Destino, y retumbó en el techo y las paredes de la caverna.
-He llegado-dijo-. Pero ahora he decidido no hacer lo que he venido a hacer. No lo haré. ¡El Anillo es mío! - Y de pronto se lo puso en el dedo, y desapareció de la vista de Sam. Sam abrió la boca y jadeó, pero no llegó a gritar, porque en aquel instante ocurrieron muchas cosas.”
El Monte del Destino, El Retorno del Rey, p.255

Tras un largo y accidentado viaje Frodo llegó hasta el Monte del Destino, aunque en el último momento su voluntad flaqueó y no pudo, no quiso, arrojar el Anillo al fuego donde fue forjado. Finalmente, el Anillo acabó siendo destruido y la Misión completada, porque el objetivo no era otro que tirar el Anillo al Fuego.

“-Nadie aquí puede hacerlo - dijo Elrond gravemente-… Ahora en circunstancias extremas, hemos de elegir un camino difícil, un camino imprevisto. Ésa es nuestra esperanza, si hay esperanza: ir hacia el peligro, ir a Mordor. Tenemos que echar el Anillo al Fuego”
El Concilio de Elrond, La Comunidad del Anillo, p.316

“-Yo llevaré el Anillo – dijo -, aunque no sé cómo.”
El Concilio de Elrond, La Comunidad del Anillo, p.320

La Misión no sólo consistía en llevar el Anillo al Monte del Destino, había que destruirlo. Frodo era el Portador y el resto de la Compañía del Anillo le ayudaría a hacerlo, y acompañaría en la medida de lo posible.

Frodo consiguió llevar el Anillo a las Grietas del Destino, donde debía arrojarlo. La Misión como Portador del Anillo logró realizarla. Frodo no sucumbió a las diferentes tentaciones que le ofreció el Anillo a lo largo de su viaje y, con la ayuda de Sam, pudo poner los pies en el lugar donde debía llegar.

“Frodo merecía todo honor porque derramó hasta la última gota de la capacidad de su voluntad y de su cuerpo, y eso fue suficiente para llevarlo al punto destinado y no más allá. Muy poco, quizás ninguno más de su tiempo, podrían haber llegado tan lejos.”
Carta 192, Cartas, p. 297

Pero, como decía, la Misión no sólo consistía en llevarlo hasta el punto destinado. No, debían destruirlo. Y, en efecto, fue destruido y Sauron derrotado. La Misión tuvo éxito, aunque no por voluntad de Frodo. ¿Se puede entonces hablar de un fracaso de Frodo en tanto que no hizo lo que debía hacer? ¿La Misión estaba condenada al fracaso?

La misión… estaba condenada a fracasar como plan mundanal, y también estaba destinada a terminar en desastre como la historia del proceso por el que el humilde Frodo se dirigía al «ennoblecimiento», a su santificación. Fracasaría y fracasó en lo que a Frodo concierne, al menos considerado solo”
Carta 181, Cartas, p. 274

Así respondía Tolkien a Michael Straight, jefe de redacción de New Republic, sobre el fracaso de Frodo en su culminación. De un modo bastante más explícito y tajante de lo que habría cabido esperar. En realidad, el autor no tiene dudas del fracaso de Frodo y, unos meses más tarde, se sigue mostrando igual de rotundo:

No, Frodo «fracasó». Es posible que una vez que el Anillo fuera destruido él tuviera escasa memoria de la última escena. Pero es preciso enfrentar el hecho: no es posible que las criaturas encarnadas, por «buenas» que sean, resistan definitivamente el poder del mal en el mundo; y el Escritor de la Historia no es uno de nosotros.”
Carta 191, Cartas, p. 296

En esta última carta (Carta 191), donde ofrece algunos detalles más sobre Frodo y el Anillo, se nos desvela algo muy interesante:

“Si relee los pasajes que tratan de Frodo y el Anillo, creo que comprenderá que no solo le era del todo imposible entregar el Anillo, ya sea de hecho o solo con tal intención de hacerlo, especialmente en este punto de máximo poder, sino que esta incapacidad se presagiaba desde mucho tiempo atrás. Fue honrado porque había aceptado la carga voluntariamente y había hecho todo lo que estaba dentro del máximo de sus posibilidades físicas y mentales”
Carta 191. Cartas. p. 295

Para el propio Tolkien la Misión estaba abocada al fracaso, a Frodo le sería imposible destruir el Anillo, pero no sólo eso, sino que antes de llegar a ese momento ya se presagiaba que ocurriría. ¿En qué momento de El Señor de los Anillos se nos da una pista de esto? Veamos lo que dice Gandalf cuando sabe que el Anillo es el Único:

“Un Anillo de Poder se cuida solo, Frodo. Puede deslizarse traidoramente fuera del dedo, pero el dueño no lo dejará nunca. Tendrá alguna vez la idea de pasárselo a otro, pero esto sólo al principio, cuando el poder comienza a manifestarse. Pero, que yo sepa, en toda la historia del Anillo sólo Bilbo fue capaz de ir más allá de la idea y llevarla a cabo. Necesitó de toda mi ayuda. Y aun así, nunca hubiese dejado el Anillo, nunca se hubiera librado de él. No fue Gollum, Frodo, sino el Anillo mismo el que decidió. El Anillo abandonó a Gollum”
La Sombra del Pasado. La Comunidad del Anillo, p. 74

            “- ¿Ves, Frodo? Tampoco tú puedes deshacerte de él ni dañarlo. Y yo no podría obligarte, sino por la fuerza, en cuyo caso te arruinaría la mente…”
La Sombra del Pasado. La Comunidad del Anillo, p. 80

Gandalf sabía que era imposible la destrucción del Anillo por voluntad propia, y también que debían arrojarlo al Fuego. Sin embargo, él no pierde la esperanza de que la Misión se acabase cumpliendo con éxito. Tal vez supiera algo más que los demás desconocían.

“El corazón me dice que [Gollum] todavía tiene un papel que desempeñar, para bien o para mal, antes del fin: y cuando este llegue, la misericordia de Bilbo puede determinar el destino de muchos, no menos que el tuyo.”
La Sombra del Pasado, La Comunidad del Anillo. p. 79

Pero volvamos al asunto principal, al “fracaso”. Podríamos hacernos la pregunta de si podría considerarse fracaso el hecho de intentar hacer algo que de antemano es imposible. Una opinión (y la que parece ser la opinión de Tolkien) sería que, aunque la misión estaba condenada a fracasar, no exime que Frodo no cumpliese su objetivo por sí mismo (fruto del azar, casualidad o destino se logró, pero ese es otro tema...) y, por tanto, fracasara. Aunque no podemos dejar de considerar el otro punto de vista. Si Frodo hizo todo lo humanamente posible: “…derramó hasta la última gota de la capacidad de su voluntad y de su cuerpo, y eso fue suficiente para llevarlo al punto destinado y no más allá”, y la tarea era imposible ¿cómo se puede decir que Frodo fracasó?

Es en este momento cuando podemos hablar del ¿nuevo? concepto de fracaso del que habla Tolkien: El fracaso moral. En una muy interesante carta a una lectora, escrita unos siete años después de las anteriores, Tolkien profundiza en el asunto de Frodo y el Anillo. Si bien al principio insiste en que Frodo, por cierto, fue «incapaz» como héroe tal y cómo lo conciben las mentes simples: no soportó hasta el final; cedió, desertó.” (Carta 246), después matiza ese fracaso:

No creo que Frodo fuera un fracaso moral. En el último momento la presión del Anillo alcanzaría su máximo; imposible diría yo, que cualquiera pudiera resistirlo, seguramente después de conservarlo tanto tiempo, meses de incrementado tormento, hambre y agotamiento. Frodo había hecho lo que podía y estaba exhausto (como instrumento de la Providencia) …
…El fracaso moral de un hombre sólo puede afirmarse, me parece, cuando su esfuerzo capacidad de resistencia quedan por debajo de sus límites, y la culpa decrece cuanto más cerca se está de dichos límites.”
Carta 246, Cartas, p. 380

“Su verdadero compromiso [de Frodo] consistía tan sólo en hacer lo que pudiera, tratar de hallar un camino y avanzar tanto por él como la fuerza de su mente y su cuerpo lo permitía. Es lo que hizo. No veo que el quebrantamiento de su mente y su voluntad bajo demoníaca presión después del tormento sea más un fracaso moral que lo habría sido el quebrantamiento de su cuerpo si hubiera sido estrangulado por Gollum o aplastado por la caída de una roca, por ejemplo.”
Carta 246, Cartas, p. 380

Según el propio Tolkien, Frodo fracasó pues no realizó satisfactoriamente la misión/empresa propuesta (cedió, desertó), pero había hecho todo lo que estaba dentro del máximo de sus posibilidades físicas y mentales y esto hace que el fracaso no sea moral. Visto de este modo, Frodo no debería haber tenido ningún sentimiento de culpa, pero no fue así, la Misión le dejó secuelas de por vida, no sólo las heridas físicas.

“…he sufrido heridas demasiado profundas, Sam. Intenté salvar la Comarca, y la he salvado; pero no para mí. Así suele ocurrir, Sam, cuando las cosas están en peligro: alguien tiene que renunciar a ellas, perderlas, para que otros las conserven.”
Los Puertos Grises, El Retorno del Rey, p. 354-355

De esta forma Frodo le contaba a Sam cómo se sentía, el enorme sacrificio que había hecho, antes de partir rumbo al Oeste. Tolkien explica este sentimiento de Frodo en la ya nombrada Carta 246 y, en ella, aparecen los conceptos de culpa y fracaso. Sí, en efecto, Frodo sentía que había fracasado.

“Al principio no parece haber tenido el menor sentimiento de culpa (III, 298); recuperó la sensatez y la paz. Pero luego pensó que había dado su vida en sacrificio: esperaba morir muy pronto. Pero no fue así, y es posible observar en él una creciente inquietud.
…cuando los tiempos oscuros le llegan y es consciente de haber recibido “la herida de un puñal, la de un aguijón y la de unos dientes; y la de una pesada carga” (III, 355), no eran sólo recuerdos de las pesadillas de los pasados horrores lo que lo afligía, sino también una autoinculpación irracional: se veía a sí mismo y a todo lo que había hecho como un fracaso… Eso fue en realidad una tentación venida de la Oscuridad, una última chispa de orgullo: el deseo de haber vuelto como un “héroe”, no contento con ser el mero instrumento del bien.”
Carta 246, Cartas, p. 381-382