lunes, 6 de febrero de 2017

Muerte de Hombres y Elfos

La muerte en Hombres y Elfos
¿Qué les sucede cuando mueren?

           Sabemos que en la obra de Tolkien, como en nuestro mundo, los Hombres son mortales. Tras un determinado tiempo, siempre que no lo hagan prematuramente por guerras o enfermedades, envejecen y mueren.

"Uno y el mismo es este don de la libertad concedido a los hijos de los Hombres: que solo estén vivos en el mundo un breve lapso, y que no estén atados a él, y que partan pronto; a dónde, los Elfos no lo saben.”

"La Muerte es su destino, el don que les concedió Ilúvatar, que hasta los mismos Poderes envidiarán con el paso del Tiempo."
Del principio de los días. El Silmarillion. p. 51

            En principio cuesta entender la muerte como un don, pero, según se dice, este es la libertad de no estar sujeto al mundo (a Arda) como les sucede a los Elfos. En una carta de 1951 destinada a Milton Waldman, Tolkien aborda el tema:

"El Hado (o Don) de los Hombres es la mortalidad, la libertad de los círculos del mundo. Como el punto de vista es élfico, la mortalidad no se explica en mitos: es un misterio guardado por Dios, del que nada más se sabe que ‘lo que Dios ha propuesto para los Hombres permanece oculto’: motivo de dolor y envidia para los Elfos inmortales."
Carta nº 131. Cartas. p. 175
 
            Dejemos por un momento de lado ese motivo de dolor y envidia para los Elfos inmortales”, y centrémonos en la mortalidad como un misterio del que nada se sabe. ¿Qué le pasa a un Hombre cuando muere? ¿su alma o espíritu no tiene una vida eterna?
 
            Es difícil pensar que Tolkien no creyese en una vida después de la muerte como católico reconocido que era. Pero lo cierto es que en su obra, en su mitología, prefiere dejarlo en un misterio y no en una certeza.
 
"Los Hombres […] vivían sujetos a la enfermedad y a múltiples males, y envejecían y morían. Qué es de ellos después de la muerte, los Elfos no lo saben. Algunos dicen que también los Hombres van a las estancias de Mandos; pero no esperan en el mismo sitio que los Elfos y sólo Mandos bajo la égida de Ilúvatar (y también Manwë) saben a dónde van después del tiempo de la memoria por las estancias silenciosas junto al Mar Exterior."
De los Hombres. El Silmarillion. p. 140
 
            Es inevitable pensar, si uno ha visto la película de El Retorno del Rey de Peter Jackson, en la escena de Gandalf y Pippin cuando hablan sobre la muerte. Hay que decir, y decirlo claramente, que lo que aparece ahí no es lo que se dice en la obra de Tolkien, como ya hemos visto. En esta escena Pippin le pregunta a Gandalf qué es lo que hay tras la muerte, qué es lo que se ve; y este le contesta con una descripción de un paisaje. Esta descripción es en realidad la del Reino Bendecido o Aman que se da en el libro. Tal y como reconocen los propios guionistas en los extras de la película, les gustaba mucho el párrafo de Los Puertos Grises, cuando Frodo llega a las Tierras Imperecederas, y querían usarlo de alguna forma en la película. Esto puede llevar a una confusión y malinterpretación de los escritos de Tolkien. Ni la travesía por el Mar es la muerte; ni el Reino Bendecido lo es; ni Pippin podrá contemplar nunca esa campiña verde, pues muy poco mortales tienen esa invitación para hacerlo. Y nada se sabe sobre lo que les ocurre después. Es un misterio.
 
            ¿Y qué les pasa a los Elfos? ¿Los Elfos son inmortales? Habría que matizar una serie de cosas, y es mucho mejor utilizar los textos de Tolkien para hacerlo.
 
Porque los Elfos no mueren hasta que no muere el mundo, a no ser que los maten o los consuma la pena (y a estas dos muertes aparentes están sometidos); tampoco la edad les quita fuerzas, a no ser que uno se canse de diez mil centurias; y al morir se reúnen en las estancias de Mandos, en Valinor, de donde pueden retornar llegado el momento.
Del Principio de los días. El Silmarillion. p. 51
 
“Los Elfos eran inmortales, y de una sabiduría que medraba con los años, y no había enfermedad ni pestilencia que les diera muerte. Tenían por cierto cuerpos hechos de la materia de la Tierra y podían ser destruidos; por tanto, podían perecer en los tumultos del mundo, y morir por las armas en aquellos días, aun a manos de los Hombres mortales.”
De los Hombres. El Silmarillion. p. 140
 
            Los Elfos podían morir de varias formas, una de ellas incluso por extremo agotamiento como fue el caso de Míriel. Pero si no les pasara ninguna de estas desdichas ¿vivirían para siempre? No, en realidad no. Esa inmortalidad” está ligada a la duración de Arda.
 
“En esta «prehistoria» mítica, la inmortalidad, estrictamente una longevidad coextensiva con la vida de Arda, era parte de la naturaleza dada a los Elfos; más allá del Fin, nada había sido revelado.”
 
La «inmortalidad» élfica está limitada a un intervalo del Tiempo (que Finrod llamaría la Historia de Arda), y por tanto estrictamente debería llamarse más bien «gran longevidad», cuyo límite último es la duración de la existencia de Arda. En consecuencia el fëa de los Elfos también se limita al Tiempo de Arda, o al menos está confinado en su interior y es incapaz de abandonarla mientras dure.”
Athrabeth Finrod ah Andreth. El Anillo de Morgoth. p. 378
 
            La muerte debemos entenderla como la separación del cuerpo (también llamado hröa) y el espíritu (llamado fëa). En el caso de los Hombres, hemos visto que no sabemos a ciencia cierta qué pasa con su espíritu. Pero en el caso de los Elfos algo sí sabemos, pues, como hemos visto en una cita anterior, al morir se reúnen en las estancias de Mandos, en Valinor, de donde pueden retornar llegado el momento.
 
            En un principio, Tolkien pensaba en ese regreso del espíritu de un Elfo a un cuerpo a través del renacimiento. Así se reflejó durante muchos años en las distintas versiones del legendarium, o mitología. Incluso en el ensayo de Leyes y Costumbres de los Eldar, de 1958 o 59, se conservaba esta idea:
 
Un fëa sin hogar que escogiera o pudiera volver a la vida se reencarnaba en el mundo mediante el nacimiento de un niño. Solo de esta manera podía regresar (excepto casos raros y extraños como Míriel que regresó a su propio cuerpo)”
Leyes y Costumbres de los Eldar. El Anillo de Morgoth. p. 257
 
Pero poco después la opinión de Tolkien cambió y la posibilidad de volver a la vida encarnada mediante el nacimiento dejó de existir, realizando varios textos sobre este tema, La Conversación de Manwë y Eru y La reencarnación de los Elfos, además de la Athrabeth Finrod ah Andreth.
 
“Los Valar, […] recibieron el poder de convocar, con completa autoridad, a todos los fëar sin hogar de los elfos a Mandos. Allí se les ofrecía la alternativa de seguir sin hogar o (si así lo deseaban) de ser realojados en la misma forma y cuerpo que tenían antes. No obstante, normalmente debían permanecer en Aman.»
Athrabeth Finrod ah Andreth, nota 3. El Anillo de Morgoth. p. 388
 
Hemos visto que los Elfos son «inmortales» mientras dure Arda, están atados a ella, pero ¿qué pasará cuando llegue el Fin? ¿Qué será de sus espíritus?
 
Tal vez hayáis leído u oído que los Elfos desaparecen completamente y para siempre con el fin de Arda, o que al menos esa era la concepción inicial; que los Hombres tienen una vida mucho más corta en la Tierra pero disfrutan de la vida eterna, mientras que los Elfos pueden vivir mucho, mucho tiempo, pero cuando llega el Fin, desaparecen. Esto no es cierto. En la obra de Tolkien no sabemos con certeza el destino de los Hombres tras la muerte y tampoco sabemos el de los Elfos tras el fin de Arda.
 
“No obstante, ya desde hace mucho los Valar declararon a los Elfos que los Hombres se unirán a la Segunda Música de los Ainur; mientras que Ilúvatar no ha revelado qué les reserva a los Elfos después de que el Mundo acabe, y Melkor no lo ha descubierto.”
Del Principio de los días. El Silmarillion. p. 51
 
“En esta «prehistoria» mítica, la inmortalidad, estrictamente una longevidad coextensiva con la vida de Arda, era parte de la naturaleza dada a los Elfos; más allá del Fin, nada había sido revelado.”
Carta nº 212. Cartas. p. 334
  
“[los Eldar] Creen que el nuevo fëa, y, por lo tanto, todos los fëar en el principio, proviene directamente de Eru y de más allá de Ëa. Por tanto muchos de ellos sostienen que no puede afirmarse que el destino de los Elfos está confinado dentro de Arda para siempre y que acabará con ella. Esta última opinión procede de sus propios pensamientos, pues los Valar, al no haber participado en la creación de los Hijos de Eru, no conocen por entero los propósitos de Eru para ellos, ni el final definitivo que les prepara.”
Leyes y costumbres de los Eldar. El Anillo de Morgoth. p. 256
 
La idea original fue siempre la misma, antes incluso de que Tolkien empezara a escribir El Señor de los Anillos. Como hemos visto, el final del capítulo Del principio de los días de El Silmarillion dice: Ilúvatar no ha revelado qué les reserva a los Elfos después de que el Mundo acabe, y Melkor no lo ha descubierto”. Esta frase procede realmente de la Ainulindalë, pero Christopher cambió su ubicación, como hizo con gran parte del texto. Y en la Ainulindalë B, la versión de finales de los años 30, anterior a El Señor de los Anillos, ya se leía lo mismo:
 
Ilúvatar no ha revelado qué les reserva a los Elfos después de que el Mundo acabe, y Melkor no lo ha descubierto”
Ainulindalë B. El Camino Perdido. p. 191
 
Esta frase se siguió manteniendo de la misma forma en las versiones posteriores, siendo la última «D» (1951), que aparece en El Silmarillion publicado. La Carta nº 212 se escribió en octubre de 1958 y el fragmento de Leyes y Costumbres de los Eldar en 1958-59.
 
La percepción de la muerte para Hombres y Elfos es muy distinta y eso hace que en la obra de Tolkien encontremos diálogos o conversaciones entre ellos reflejando las dudas, el dolor, la esperanza o la falta de ella. Una muestra de ello fueron las últimas palabras entre Aragorn y Arwen, aunque Arwen no era estrictamente un Elfo, sino un Medio Elfo.
 
"No hay más navíos que puedan conducirme hasta allí, y tendré en verdad que esperar el Destino de los Hombres, lo quiera o no lo quiera. Pero una cosa he de decirte, Rey de los Númenóreanos: hasta ahora no había comprendido la historia de tu pueblo y la de su caída. Me burlaba de ellos, considerándolos tontos y malvados, mas ahora los compadezco al fin. Porque si en verdad éste es, como dicen los Eldar, el don que el Único concede a los Hombres, es en verdad un don amargo.
Así parece -dijo él-. Pero no nos dejemos abatir en la prueba final, nosotros que otrora renunciamos a la Sombra y al Anillo. Con tristeza hemos de separarnos, mas no con desesperación. ¡Mira! No estamos sujetos para siempre a los confines del mundo, y del otro lado hay algo más que recuerdos. ¡Adiós!"
Apéndice A. El Señor de los Anillos.
 
Tolkien desarrolló este tema mucho más en un ensayo dedicado a ello, la Athrabeth Finrod ah Andreth, de 1959, que es una conversación entre Finrod Felagund y Andreth, una mujer de la Casa de Bëor. Ella tenía arraigada la historia que le contaron los Sabios de los Hombres (la historia de Adanel), en la que los Hombres eran en un principio «inmortales», pero perdieron esa inmortalidad al aceptar a Morgoth como Señor y renunciar a Eru. Andreth le decía a Finrod sobre la muerte que:
 
"Para vosotros puede ser dolorosa y amarga, una pérdida; pero sólo por un tiempo, un poco robado a la abundancia, a menos que no se me haya dicho la verdad. Pues sabéis que al morir no abandonáis el mundo y que podéis volver a la vida.
Con nosotros es diferente: al morir morimos, y nos vamos para no volver. La Muerte es el final definitivo, una pérdida irremediable. Y eso es abominable; porque es también un daño que se nos ha hecho."
Athrabeth Finrod ah Andreth. El Anillo de Morgoth. p. 356
 
Y Finrod a Andreth:
 
"Pues ninguno de nosotros sabe, aunque quizá lo sepan los Valar, cuál es el futuro de Arda, o cuánto se ha decretado que dure. Pero no durará para siempre. Eru la hizo, pero Él no está en su interior. Sólo el Único no tiene límites. Arda, y la misma Eä, deben por tanto estar limitadas. Nos veis, a los Quendi, todavía en las primeras edades de la juventud, y el final queda muy lejos. Igual que puede parecerle a uno de vuestros jóvenes, en la plenitud de sus fuerzas; salvo que nosotros ya hemos dejado atrás largos años de vida y de pensamiento. Pero el fin llegará. Todos lo sabemos. Y entonces tenemos que morir, debemos perecer por completo, porque pertenecemos a Arda (en hröa y en fëa). Y después ¿qué? ¿«El viaje sin retorno», como decís, «el final definitivo, la pérdida irremediable»?
Nuestro cazador camina lentamente, pero nunca pierde el rastro. Más allá del día en que suene el toque de muerte no tenemos certezas o conocimiento. Y a nosotros nadie nos habla de esperanza.”
Athrabeth Finrod ah Andreth. El Anillo de Morgoth. p. 357
 
El Don de los Hombres es la mortalidad, la libertad de los círculos del mundo, en contraste con los Elfos que no disponen de esa libertad, están atados a Arda: “durar mientras ella dura, no abandonarla nunca ni aun cuando se los «mata», sino retornar” (Cartas, p.175). Por ello, el Don de los Hombres es motivo de envidia de los Elfos. Obviamente este pensamiento está condicionado a tener estel, esperanza, confianza en que “haya algo más”. También los Elfos debían tenerla con el fin de Arda.
 
“En la tradición élfica [Eru] pide dos cosas de Sus Hijos (de ambos linajes): fe en Él, y a partir de ella, esperanza o confianza en Él (que los Eldar llaman estel)”
Athrabeth Finrod ah Andreth. Nota 2. El Anillo de Morgoth. p. 387
 
Aragorn tenía estel, pero Andreth no parecía tenerla. Andreth le pregunta a Finrod:
 
“—¿Qué es la esperanza? —dijo ella—. ¿La expectativa de un bien, que aunque incierto tiene alguna base en lo conocido? Entonces no tenemos ninguna.
—Eso es algo que los Hombres llaman «esperanza» —dijo Finrod—. Amdir la llamamos, «alzar la vista». Pero hay otra que se fundamenta en algo más profundo. Estel la llamamos, es decir, «confianza». No es derrotada por los caminos del mundo, porque no procede de la experiencia, sino de nuestra naturaleza y primer ser. Si en verdad somos los Eruhin, los Hijos del Único, Él no permitirá que lo priven de lo Suyo, ni Enemigo alguno ni aun nosotros mismos. Este es el fundamento último de la Estel, que mantenemos aun cuando contemplamos el Fin: que todos Sus designios son para la felicidad de Sus Hijos. Amdir no tenéis, decís. ¿Tampoco conocéis la Estel?”
Athrabeth Finrod ah Andreth. El Anillo de Morgoth. p. 367
 
Para finalizar esta FAQ nada mejor que hacerlo con una serie de pasajes sobre el comentario que el propio Tolkien realizó sobre la Athrabeth y que reflejan mucho de lo anteriormente expuesto.
 
"Más allá del «Fin de Arda» el pensamiento de los Elfos no podía penetrar, y no habían recibido ninguna instrucción específica… Les parecía evidente que sus hröar debían de acabar entonces, y que por tanto cualquier tipo de reencarnación sería imposible… Así pues, todos los Elfos «morirían» con el Fin de Arda. El significado de esto lo ignoraban. Por tanto decían que había una sombra detrás de los Hombres, mientras que los Elfos tenían una delante.
Su dilema era el siguiente: la idea de existir sólo como fëar les resultaba repulsiva, y les era difícil creer que fuera natural y se incluyera en el propósito original para ellos, puesto que eran esencialmente «moradores» de Arda y por naturaleza estaban por completo enamorados de Arda. La alternativa, que sus fëar también dejaran de existir en «el Fin», les parecía aún más intolerable. Tanto la aniquilación absoluta como el cese de la identidad consciente repugnaba a su pensamiento y deseo.
Algunos argüían que, aunque íntegro y único (igual que Eru, de quien provenía directamente), todo fëa, al ser creado, era finito y por tanto podría ser de duración finita. No podía ser destruido dentro del plazo asignado, pero después dejaba de existir o de adquirir experiencia y «residía sólo en el Pasado».

No obstante, advertían que esto no constituía escapatoria alguna. [...] Por tanto, como último recurso los Elfos estaban obligados a basarse en la «estel desnuda» (como ellos decían): la confianza en Eru, en que Su propósito para más allá del Fin sería (como poco) completamente satisfactorio para todo fëa. Probablemente incluiría alegrías impredecibles. Pero aún creían que seguiría estando en relación inteligible con su naturaleza y deseos presentes, partiría de ellos y los incluiría.
Por estas razones los Elfos no comprendían la falta de esperanza (o estel) de los Hombres enfrentados con la Muerte tanto como éstos habían esperado. Por supuesto, los Hombres eran en general por completo ignorantes de la «Sombra de Delante» que condicionaba el pensamiento y sentir de los Elfos, y sólo envidiaban la «inmortalidad» élfica. Pero los Elfos, por su parte, eran en general ignorantes de la tradición que sobrevivía entre los Hombres según la cual los Hombres también eran de naturaleza inmortal.”
Athrabeth Finrod ah Andreth. El Anillo de Morgoth. p. 379-380
 
 
 ACTUALIZACIÓN NOVIEMBRE 2023

Un texto de 1959, o posterior, parece reforzar aún más la idea que se ha desarrollado (véase las similitudes con la Athrabeth). Publicado en La Naturaleza de la Tierra Media, el futuro de los Elfos después del fin de Arda no es su desaparición:

     “Los Elfos se están «muriendo». Estando en Aman o no, se convertirán en «fëar» cobijados en el «recuerdo» hasta el verdadero Final de Arda. Deben esperar hasta el asunto de la Guerra [?y] solo entonces; y hasta su redención, de la que Finrod ha tenido un atisbo: para su verdadero regreso (¡corpóreo o con el equivalente de Eru!) en Arda Reconstruida.”
La Naturaleza de la Tierra Media p. 372

La Guerra de la que habla es la Dagor Dagorath, la batalla que acontecerá antes del Fin de Arda.  Tras ella Arda se deberá rehacer o reconstruir; aparece de esta forma el concepto de Arda Reconstruida o Rehecha, también llamada Arda Curada.
 
Carl F. Hostetter, editor de La Naturaleza de la Tierra Media, pone una nota en la frase de Tolkien “de la que Finrod ha tenido un atisbo”, ver Anillo de Morgoth p.366. Este atisbo de Finrod, esta visión que contaba Finrod a Andreth, dice:

“Y entonces contemplé como en una visión Arda Rehecha; y allí los Eldar completos pero no acabados podían morar en el presente para siempre, y allí caminaban, quizá con los Hijos de los Hombres, sus liberadores, y les entonaban cantos que, aun en la Beatitud más allá de la beatitud, hacían que los valles verdes sonaran y las cumbres de las montañas eternas vibraran como arpas.”
Athrabeth Finrod ah Andreth. El Anillo de Morgoth. p. 366

El concepto de Arda Rehecha (también llamada Arda Reconstruida y Arda Curada) aparece en la Athrabeth y otros textos, en contraposición con Arda Maculada e Inmaculada. Arda Maculada es la Arda que conocemos, la Arda con la Mácula de Morgoth, “la herida que había abierto Melkor en la sustancia de Arda, tal que todo aquel que se encarnara en Arda Maculada y de ella extrajera su sustento tenía siempre una tendencia al mal y a hacer o sufrir cosas innaturales en Arda Inmaculada”. (De Finwë y Míriel. El Anillo de Morgoth. p.298). Arda Inmaculada sería Arda sin esa Mácula, “Arda sin Melkor, o más bien sin los efectos de su transformación al mal” (Transformación de los Mitos. El Anillo de Morgoth. p.461), pero “Arda Curada no será Arda Inmaculada, sino una tercera cosa aún mayor, y sin embargo la misma” (Athrabeth Finrod ah Andreth. El Anillo de Morgoth. p.365).

Como se puede ver, el fin de Arda (Arda Maculada) y la nueva Arda (Arda Curada) eran conceptos sobre los que Tolkien escribió en varios textos, casi todos de alrededor de 1959. En unas notas de Leyes y Costumbres de los Eldar, del mismo período, Tolkien escribió que:

“Destino de los Elfos «Inmortales»:? habitar Nueva Arda (o Arda Curada). Probablemente no, en sentido físico. Puesto que lo que implica «la Historia de Arda» parece ser que el Mundo y su Tiempo empiezan y acaban simplemente porque están limitados y no son ni infinitos ni eternos. Cuando su «historia» finita termine será como una obra de arte, hermosa y buena (en conjunto), y desde fuera, es decir, desde fuera del Tiempo o de su Tiempo, puede ser contemplada con asombro y deleite, especialmente por aquellos que participaron en su «Historia». Sólo en ese sentido habitarán los Elfos (o los Hombres) Arda Terminada. Pero la Nueva Arda o Arda Inmaculada (Curada) implicaría una continuación más allá del Fin (o Terminación). De esto nada puede darse por supuesto. […] Pero hay quienes utilizan otra analogía, diciendo que habrá en verdad una Nueva Arda, reconstruida desde el principio sin Maldad, y que los Elfos participarán en ella desde el principio.”
Leyes y costumbres de los Eldar. El Anillo de Morgoth. p. 290

De nuevo, nada puede darse por supuesto”, más allá del Fin de Arda (Maculada) nada se ha revelado”. Y se abre la posibilidad de que los Elfos tengan su lugar en Arda Curada.