La
muerte en Hombres y Elfos
¿Qué les
sucede cuando mueren? Sabemos
que en la obra de Tolkien, como en nuestro mundo, los Hombres son mortales.
Tras un determinado tiempo, siempre que no lo hagan prematuramente por guerras
o enfermedades, envejecen y mueren.
"Uno y el
mismo es este don de la libertad concedido a los hijos de los Hombres: que solo
estén vivos en el mundo un breve lapso, y que no estén atados a él, y que
partan pronto; a dónde, los Elfos no lo saben.”
"La
Muerte es su destino, el don que les concedió Ilúvatar, que hasta los
mismos Poderes envidiarán con el paso del Tiempo."
Del principio de los días. El Silmarillion. p. 51
En
principio cuesta entender la muerte como un don, pero, según se dice, este es
la libertad de no estar sujeto al mundo (a Arda) como les sucede a los Elfos.
En una carta de 1951 destinada a Milton Waldman, Tolkien aborda el tema:
"El
Hado (o Don) de los Hombres es la mortalidad, la libertad de los círculos
del mundo. Como el punto de vista es élfico, la mortalidad no se explica en mitos:
es un misterio guardado por Dios, del que nada más se sabe que ‘lo que Dios
ha propuesto para los Hombres permanece oculto’: motivo de dolor y envidia
para los Elfos inmortales."
Carta nº 131. Cartas. p. 175
Dejemos
por un momento de lado ese “motivo de dolor y envidia para los Elfos inmortales”,
y centrémonos en la mortalidad como un misterio del que nada se sabe. ¿Qué le
pasa a un Hombre cuando muere? ¿su alma o espíritu no tiene una vida eterna?
Es
difícil pensar que Tolkien no creyese en una vida después de la muerte como
católico reconocido que era. Pero lo cierto es que en su obra, en su mitología,
prefiere dejarlo en un misterio y no en una certeza.
"Los
Hombres […] vivían sujetos a la enfermedad y a múltiples males, y envejecían
y morían. Qué es de ellos después de la muerte, los Elfos no lo saben.
Algunos dicen que también los Hombres van a las estancias de Mandos; pero no
esperan en el mismo sitio que los Elfos y sólo Mandos bajo la égida de
Ilúvatar (y también Manwë) saben a dónde van después del tiempo de la
memoria por las estancias silenciosas junto al Mar Exterior."
De
los Hombres. El Silmarillion. p. 140
Es
inevitable pensar, si uno ha visto la película de El Retorno del
Rey de Peter Jackson, en la escena de Gandalf y Pippin
cuando hablan sobre la muerte. Hay que decir, y decirlo claramente, que lo que aparece
ahí no es lo que se dice en la obra de Tolkien, como ya hemos visto. En esta
escena Pippin le pregunta a Gandalf qué es lo que hay tras la muerte, qué es lo
que se ve; y este le contesta con una descripción de un paisaje. Esta descripción
es en realidad la del Reino Bendecido o Aman que se da en el libro. Tal y como
reconocen los propios guionistas en los extras de la película, les gustaba
mucho el párrafo de Los Puertos Grises, cuando Frodo llega a las Tierras
Imperecederas, y querían usarlo de alguna forma en la película. Esto puede llevar
a una confusión y malinterpretación de los escritos de Tolkien. Ni la travesía
por el Mar es la muerte; ni el Reino Bendecido lo es; ni Pippin podrá
contemplar nunca esa campiña verde, pues muy poco mortales tienen esa
invitación para hacerlo. Y nada se sabe sobre lo que les ocurre después. Es un
misterio.
¿Y
qué les pasa a los Elfos? ¿Los Elfos son inmortales? Habría que matizar una
serie de cosas, y es mucho mejor utilizar los textos de Tolkien para hacerlo.
“Porque
los Elfos no mueren hasta que no muere el mundo, a no ser que los maten o los
consuma la pena (y a estas dos muertes aparentes están sometidos); tampoco
la edad les quita fuerzas, a no ser que uno se canse de diez mil centurias; y
al morir se reúnen en las estancias de Mandos, en Valinor, de donde pueden
retornar llegado el momento.”
Del Principio de los días. El
Silmarillion. p. 51
“Los
Elfos eran inmortales, y de una sabiduría que medraba con los años, y no había
enfermedad ni pestilencia que les diera muerte. Tenían por cierto cuerpos
hechos de la materia de la Tierra y podían ser destruidos.”
De
los Hombres. El Silmarillion. p. 140
Los
Elfos podían morir de varias formas, una de ellas incluso por extremo agotamiento
como fue el caso de Míriel. Pero si no les pasara ninguna de estas desdichas ¿vivirían
para siempre? No, en realidad no. Esa “inmortalidad” está ligada a la duración de
Arda.
“En esta «prehistoria» mítica, la inmortalidad,
estrictamente una longevidad coextensiva con la vida de Arda, era parte de la
naturaleza dada a los Elfos; más allá del Fin, nada había sido revelado.”
“La
«inmortalidad» élfica está limitada a un intervalo del Tiempo (que Finrod llamaría
la Historia de Arda), y por tanto estrictamente debería llamarse más bien «gran
longevidad», cuyo límite último es la duración de la existencia de Arda. En
consecuencia el fëa de los Elfos también se limita al Tiempo de Arda, o al
menos está confinado en su interior y es incapaz de abandonarla mientras dure.”
Athrabeth Finrod ah Andreth. El
Anillo de Morgoth. p. 378
La
muerte debemos entenderla como la separación del cuerpo (también llamado hröa)
y el espíritu (llamado fëa). En el caso de los Hombres, hemos visto que no sabemos
a ciencia cierta qué pasa con su espíritu. Pero en el caso de los Elfos algo sí
sabemos, pues, como hemos visto en una cita anterior, “al morir se
reúnen en las estancias de Mandos, en Valinor, de donde pueden retornar llegado
el momento.”
En
un principio, Tolkien pensaba en ese regreso del espíritu de un Elfo a un
cuerpo a través del renacimiento. Así se reflejó durante muchos años en las
distintas versiones del legendarium, o mitología. Incluso en el ensayo de Leyes y
Costumbres de los Eldar, de 1958 o 59, se conservaba esta
idea:
“Un fëa sin hogar que escogiera o pudiera volver a la vida se reencarnaba
en el mundo mediante el nacimiento de un niño. Solo de esta manera podía
regresar (excepto casos raros y extraños como Míriel que regresó a su propio
cuerpo)”
Leyes
y Costumbres de los Eldar. El Anillo de Morgoth. p. 257
Pero
poco después la opinión de Tolkien cambió y la posibilidad de volver a la vida
encarnada mediante el nacimiento dejó de existir, manifestándose en varios textos: La reencarnación de los Elfos y la Athrabeth Finrod ah Andreth.
“Los
Valar, […] recibieron el poder de convocar, con completa autoridad, a todos los
fëar sin hogar de los elfos a Mandos. Allí se les ofrecía la alternativa de
seguir sin hogar o (si así lo deseaban) de ser realojados en la misma forma y
cuerpo que tenían antes. No obstante, normalmente debían permanecer en Aman.»
Athrabeth
Finrod ah Andreth, nota 3. El
Anillo de Morgoth. p. 388
Hemos
visto que los Elfos son «inmortales» mientras dure Arda, están atados a ella, pero
¿qué pasará cuando llegue el Fin? ¿Qué será de sus espíritus?
Tal vez hayáis leído u oído que los Elfos
desaparecen completamente y para siempre con el fin de Arda, o que al menos esa
era la concepción inicial; que los Hombres tienen una vida mucho más corta en
la Tierra pero disfrutan de la vida eterna, mientras que los Elfos pueden vivir
mucho, mucho tiempo, pero cuando llega el Fin, desaparecen. Esto no es cierto. En la
obra de Tolkien no sabemos con certeza el destino de los Hombres tras la muerte
y tampoco sabemos el de los Elfos tras el fin de Arda.
“No
obstante, ya desde hace mucho los Valar declararon a los Elfos que los Hombres
se unirán a la Segunda Música de los Ainur; mientras que Ilúvatar no ha
revelado qué les reserva a los Elfos después de que el Mundo acabe, y Melkor no
lo ha descubierto.”
Del Principio de los días. El Silmarillion. p. 51
“En
esta «prehistoria» mítica, la inmortalidad, estrictamente una
longevidad coextensiva con la vida de Arda, era parte de la naturaleza dada
a los Elfos; más allá del Fin, nada había sido revelado.”
Carta nº 212. Cartas. p. 334
“[los
Eldar] Creen que el nuevo fëa, y, por lo tanto, todos los fëar en el principio,
proviene directamente de Eru y de más allá de Ëa. Por tanto muchos de ellos
sostienen que no puede afirmarse que el destino de los Elfos está confinado
dentro de Arda para siempre y que acabará con ella. Esta última opinión
procede de sus propios pensamientos, pues los Valar, al no haber
participado en la creación de los Hijos de Eru, no conocen por entero los
propósitos de Eru para ellos, ni el final definitivo que les prepara.”
Leyes
y costumbres de los Eldar. El Anillo de Morgoth. p. 256
La
idea original fue siempre la misma, antes incluso de que Tolkien empezara a
escribir El Señor de los Anillos. Como hemos visto, el final del
capítulo Del principio de los días de El Silmarillion
dice: “Ilúvatar no ha
revelado qué les reserva a los Elfos después de que el Mundo acabe, y Melkor no
lo ha descubierto”.
Esta frase procede realmente de la Ainulindalë, pero Christopher cambió su ubicación,
como hizo con gran parte del texto. Y en la Ainulindalë B, la versión de los años 30, anterior a El Señor de los Anillos, ya se podía leer esa incógnita sobre el futuro de los Elfos:
“Ilúvatar no ha revelado qué les reserva a los Elfos y a los Valar tras el fin del Mundo, y Melkor no lo ha descubierto”
Ainulindalë
B. El Camino Perdido. p. 191
Esta
frase se siguió manteniendo de forma similar en las versiones posteriores, siendo la última «D» (1951), que aparece en El Silmarillion publicado. Años más tarde (1958) escribiría la carta citada y el ensayo de Leyes y Costumbres de los Eldar (1958-1959) manteniendo esa incertidumbre.
La
percepción de la muerte para Hombres y Elfos es muy distinta y eso hace que en
la obra de Tolkien encontremos diálogos o conversaciones entre ellos reflejando
las dudas, el dolor, la esperanza o la falta de ella. Una muestra de ello fueron
las últimas palabras entre Aragorn y Arwen, aunque Arwen no era estrictamente un Elfo, sino un Medio Elfo.
"No
hay más navíos que puedan conducirme hasta allí, y tendré en verdad que esperar
el Destino de los Hombres, lo quiera o no lo quiera. Pero una cosa he de
decirte, Rey de los Númenóreanos: hasta ahora no había comprendido la historia
de tu pueblo y la de su caída. Me burlaba de ellos, considerándolos tontos y
malvados, mas ahora los compadezco al fin. Porque si en verdad éste es, como
dicen los Eldar, el don que el Único concede a los Hombres, es en verdad un don
amargo.
Así
parece -dijo él-. Pero no nos dejemos abatir en la prueba final, nosotros que
otrora renunciamos a la Sombra y al Anillo. Con tristeza hemos de separarnos,
mas no con desesperación. ¡Mira! No estamos sujetos para siempre a los
confines del mundo, y del otro lado hay algo más que recuerdos.
¡Adiós!"
Apéndice A. El Señor de los Anillos.
Tolkien
desarrolló este tema mucho más en un ensayo dedicado a ello, la Athrabeth Finrod
ah Andreth, de 1959, que es una conversación entre Finrod Felagund
y Andreth, una mujer de la Casa de Bëor. Ella tenía arraigada la historia que
le contaron los Sabios de los Hombres (la historia de Adanel), en la que los
Hombres eran en un principio «inmortales», pero perdieron esa inmortalidad al
aceptar a Morgoth como Señor y renunciar a Eru. Andreth le decía a Finrod sobre
la muerte que:
"Para
vosotros puede ser dolorosa y amarga, una pérdida; pero sólo por un tiempo, un
poco robado a la abundancia, a menos que no se me haya dicho la verdad. Pues sabéis
que al morir no abandonáis el mundo y que podéis volver a la vida.
Con
nosotros es diferente: al morir morimos, y nos vamos para no volver. La Muerte
es el final definitivo, una pérdida irremediable. Y eso es abominable;
porque es también un daño que se nos ha hecho."
Athrabeth Finrod ah Andreth. El
Anillo de Morgoth. p. 356
Y
Finrod a Andreth:
"Pues
ninguno de nosotros sabe, aunque quizá lo sepan los Valar, cuál es el futuro de
Arda, o cuánto se ha decretado que dure. Pero no durará para siempre. Eru la
hizo, pero Él no está en su interior. Sólo el Único no tiene límites. Arda, y
la misma Eä, deben por tanto estar limitadas. Nos veis, a los Quendi, todavía
en las primeras edades de la juventud, y el final queda muy lejos. Igual que
puede parecerle a uno de vuestros jóvenes, en la plenitud de sus fuerzas; salvo
que nosotros ya hemos dejado atrás largos años de vida y de pensamiento.
Pero el fin llegará. Todos lo sabemos. Y entonces tenemos que morir,
debemos perecer por completo, porque pertenecemos a Arda (en hröa y en fëa). Y
después ¿qué? ¿«El viaje sin retorno», como decís, «el final definitivo, la
pérdida irremediable»?
Nuestro
cazador camina lentamente, pero nunca pierde el rastro. Más allá del día en
que suene el toque de muerte no tenemos certezas o conocimiento. Y a
nosotros nadie nos habla de esperanza.”
Athrabeth Finrod ah Andreth. El Anillo de Morgoth. p.
357
El
Don de los Hombres es la mortalidad, la libertad de los círculos del mundo,
en contraste con los Elfos que no disponen de esa libertad, están atados a Arda:
“durar
mientras ella dura, no abandonarla nunca ni aun cuando se los «mata», sino retornar”
(Cartas, p.175). Por ello, el Don de los Hombres es motivo de envidia de los
Elfos. Obviamente este pensamiento está condicionado a tener estel, esperanza,
confianza en que “haya algo más”. También los Elfos debían
tenerla con el fin de Arda.
“En
la tradición élfica [Eru] pide dos cosas de Sus Hijos (de ambos linajes): fe
en Él, y a partir de ella, esperanza o confianza en Él (que los
Eldar llaman estel)”
Athrabeth
Finrod ah Andreth. Nota 2. El Anillo de Morgoth. p. 387
Aragorn
tenía estel,
pero Andreth no parecía tenerla. Andreth le pregunta a Finrod:
“—¿Qué
es la esperanza? —dijo ella—. ¿La expectativa de un bien, que aunque incierto
tiene alguna base en lo conocido? Entonces no tenemos ninguna.
—Eso
es algo que los Hombres llaman «esperanza» —dijo Finrod—. Amdir la llamamos,
«alzar la vista». Pero hay otra que se fundamenta en algo más profundo. Estel
la llamamos, es decir, «confianza». No es derrotada por los caminos del mundo, porque
no procede de la experiencia, sino de nuestra naturaleza y primer ser. Si en verdad
somos los Eruhin, los Hijos del Único, Él no permitirá que lo priven de lo Suyo,
ni Enemigo alguno ni aun nosotros mismos. Este es el fundamento último de la
Estel, que mantenemos aun cuando contemplamos el Fin: que todos Sus designios son
para la felicidad de Sus Hijos. Amdir no tenéis, decís. ¿Tampoco conocéis
la Estel?”
Athrabeth
Finrod ah Andreth. El Anillo de Morgoth. p. 367
Para
finalizar esta FAQ nada mejor que hacerlo con una serie de pasajes sobre el
comentario que el propio Tolkien realizó sobre la Athrabeth y
que reflejan mucho de lo anteriormente expuesto.
"Más
allá del «Fin de Arda» el pensamiento de los Elfos no podía penetrar, y no habían
recibido ninguna instrucción específica… Les parecía evidente que sus hröar
debían de acabar entonces, y que por tanto cualquier tipo de reencarnación
sería imposible… Así pues, todos los Elfos «morirían» con el Fin de Arda. El
significado de esto lo ignoraban. Por tanto decían que había una sombra
detrás de los Hombres, mientras que los Elfos tenían una delante.
Su
dilema era el siguiente: la idea de existir sólo como fëar les resultaba repulsiva,
y les era difícil creer que fuera natural y se incluyera en el propósito original
para ellos, puesto que eran esencialmente «moradores» de Arda y por naturaleza
estaban por completo enamorados de Arda. La alternativa, que sus fëar también
dejaran de existir en «el Fin», les parecía aún más intolerable. Tanto la
aniquilación absoluta como el cese de la identidad consciente repugnaba a su
pensamiento y deseo.
Algunos
argüían que, aunque íntegro y único (igual que Eru, de quien provenía directamente),
todo fëa, al ser creado, era finito y por tanto podría ser de duración finita.
No podía ser destruido dentro del plazo asignado, pero después dejaba de
existir o de adquirir experiencia y «residía sólo en el Pasado».
No
obstante, advertían que esto no constituía escapatoria alguna. [...] Por
tanto, como último recurso los Elfos estaban obligados a basarse en la «estel desnuda»
(como ellos decían): la confianza en Eru, en que Su propósito para más allá
del Fin sería (como poco) completamente satisfactorio para todo fëa.
Probablemente incluiría alegrías impredecibles. Pero aún creían que seguiría
estando en relación inteligible con su naturaleza y deseos presentes, partiría
de ellos y los incluiría.
Por
estas razones los Elfos no comprendían la falta de esperanza (o estel) de los Hombres
enfrentados con la Muerte tanto como éstos habían esperado. Por supuesto, los
Hombres eran en general por completo ignorantes de la «Sombra de Delante» que condicionaba
el pensamiento y sentir de los Elfos, y sólo envidiaban la «inmortalidad» élfica.
Pero los Elfos, por su parte, eran en general ignorantes de la tradición que
sobrevivía entre los Hombres según la cual los Hombres también eran de
naturaleza inmortal.”
Athrabeth
Finrod ah Andreth. El Anillo de Morgoth. p. 379-380
ACTUALIZACIÓN NOVIEMBRE 2023
Un texto de 1959, o
posterior, parece reforzar aún más la idea que se ha desarrollado (véase las
similitudes con la Athrabeth). Publicado en La Naturaleza de
la Tierra Media, el futuro de los Elfos después del fin de Arda no
es su desaparición:
“Los Elfos se
están «muriendo». Estando en Aman o no, se convertirán en «fëar» cobijados
en el «recuerdo» hasta el verdadero Final de Arda. Deben esperar hasta
el asunto de la Guerra [?y] solo entonces; y hasta su redención, de la que
Finrod ha tenido un atisbo: para su verdadero regreso (¡corpóreo o con
el equivalente de Eru!) en Arda Reconstruida.”
La Naturaleza de la Tierra Media
p. 372
La Guerra de la que habla es la
Dagor Dagorath, la batalla que acontecerá antes del Fin de Arda. Tras ella Arda se deberá rehacer o
reconstruir; aparece de esta forma el concepto de Arda Reconstruida o Rehecha,
también llamada Arda Curada.
Carl F. Hostetter, editor de La Naturaleza de
la Tierra Media, pone una nota en la frase de Tolkien “de la que Finrod
ha tenido un atisbo”, ver Anillo de Morgoth p.366. Este atisbo de
Finrod, esta visión que contaba Finrod a Andreth, dice:
“Y entonces contemplé
como en una visión Arda Rehecha; y allí los Eldar completos pero no acabados
podían morar en el presente para siempre, y allí caminaban, quizá con los Hijos
de los Hombres, sus liberadores, y les entonaban cantos que, aun en la Beatitud
más allá de la beatitud, hacían que los valles verdes sonaran y las cumbres de
las montañas eternas vibraran como arpas.”
Athrabeth
Finrod ah Andreth. El Anillo de Morgoth. p. 366
El concepto de Arda Rehecha
(también llamada Arda Reconstruida y Arda Curada) aparece en la Athrabeth
y otros textos, en contraposición con Arda Maculada e Inmaculada. Arda Maculada
es la Arda que conocemos, la Arda con la Mácula de Morgoth, “la herida que
había abierto Melkor en la sustancia de Arda, tal que todo aquel que se
encarnara en Arda Maculada y de ella extrajera su sustento tenía siempre una
tendencia al mal y a hacer o sufrir cosas innaturales en Arda Inmaculada”.
(De Finwë y Míriel. El Anillo de Morgoth. p.298). Arda Inmaculada sería Arda
sin esa Mácula, “Arda sin Melkor, o más bien sin los efectos de su transformación al
mal” (Transformación de los Mitos. El Anillo de Morgoth.
p.461), pero “Arda Curada no será Arda Inmaculada, sino una tercera cosa aún mayor,
y sin embargo la misma” (Athrabeth Finrod ah Andreth. El
Anillo de Morgoth. p.365).
Como se puede ver, el fin de Arda
(Arda Maculada) y la nueva Arda (Arda Curada) eran conceptos sobre los que Tolkien
escribió en varios textos, casi todos de alrededor de 1959. En unas notas de Leyes y Costumbres de los Eldar, del mismo período, Tolkien escribió
que:
“Destino de los Elfos
«Inmortales»:? habitar Nueva Arda (o Arda Curada). Probablemente no, en sentido
físico. Puesto que lo que implica «la Historia de Arda» parece ser que el Mundo
y su Tiempo empiezan y acaban simplemente porque están limitados y no son ni
infinitos ni eternos. Cuando su «historia» finita termine será como una obra de
arte, hermosa y buena (en conjunto), y desde fuera, es decir, desde fuera del
Tiempo o de su Tiempo, puede ser contemplada con asombro y deleite, especialmente
por aquellos que participaron en su «Historia». Sólo en ese sentido habitarán
los Elfos (o los Hombres) Arda Terminada. Pero la Nueva Arda o Arda Inmaculada
(Curada) implicaría una continuación más allá del Fin (o Terminación). De esto
nada puede darse por supuesto. […] Pero hay quienes utilizan otra
analogía, diciendo que habrá en verdad una Nueva Arda, reconstruida desde el
principio sin Maldad, y que los Elfos participarán en ella desde el principio.”
Leyes
y costumbres de los Eldar. El Anillo de Morgoth. p. 290
De nuevo, “nada puede darse
por supuesto”, “más allá del Fin de Arda (Maculada)
nada se ha revelado”. Y se abre la posibilidad de que
los Elfos tengan su lugar en Arda Curada.