lunes, 13 de febrero de 2017

Los Ainur y la muerte

 ¿Pueden morir los Balrogs o Sauron?
Los Ainur y la muerte.

 

Tanto los Balrogs como Sauron son Maiar que fueron corrompidos por Morgoth, el primer Señor Oscuro, que pertenecía a los Valar. Todos ellos son Ainur, espíritus creados por Eru (Ilúvatar) que Tolkien llamó en ocasiones «seres angélicos».

Tal vez alguien se haya preguntado si estos espíritus podían realmente morir. Porque tenemos constancia de una aparente muerte de Sauron con el hundimiento de Númenor, o con la pérdida del anillo cuando Isildur se lo arrebata. Sin embargo, con el tiempo, fue capaz de volver a tener un cuerpo físico y ser una amenaza. Pero no es el caso de los Balrogs; algunos murieron en la Primera Edad, otro murió luchando contra Gandalf, pero de ninguno se dice que volvieran a «rehacerse» o «revivir».

 Existe un pensamiento que dice que Sauron pudo «resucitar» porque cuando sucedieron sus «muertes» él ya había forjado el Anillo Único y dejado parte de su poder en él. Sería algo así como los horrocruxes de Harry Potter. 

El concepto de la muerte para los seres encarnados como los Elfos o los Hombres es la separación de su espíritu, o fëa, y su cuerpo, o hröa. Cuando un cuerpo «es destruido, o herido y pierde la salud, tarde o temprano «muere»» (El Anillo de Morgoth, p.254). El fëa abandona el hröa, quedándose sin hogar. Ese espíritu, en el caso de los Elfos, es convocado a las estancias de Mandos, aunque ese llamamiento podía ser rechazado. Y en el caso de los Hombres, se dice que «también los Hombres van a las estancias de Mandos; pero no esperan en el mismo sitio que los Elfos» (El Silmarillion, p.140). En cualquier caso, el espíritu, el fëa, no puede ser destruido.

 

¿Qué pasa entonces con los «seres angélicos» (es decir, aquellos que no han recibido forma corpórea al ser creados)? Los Valar y Maiar podían «encarnarse en formas físicas visibles, aunque estas eran comparables a nuestros vestidos (en la medida en que estos constituyen una expresión personal), no a nuestros cuerpos» (Cartas, nº 212, p.333). Pero si uno de estos espíritus hacía uso de su cuerpo para su propio beneficio, le costaría cada vez más actuar sin el hröa, llegando a quedar atado a él. Quedaría pues, encarnado. Este es el caso de Morgoth, Sauron o los Balrogs.

También existen otros casos de estos seres que se encarnaron por una «gracia especial». Estamos hablando de Melian o los Istari. A Melian «le fue permitido, sin dudas porque su unión ya se había predicho en el principio de las cosas y estaba entretejida en el Amarth [Destino] del mundo» (Los Pueblos de la Tierra Media, p.418 nota 53). Los Istari fueron enviados con el consentimiento de Eru para ayudar en la guerra contra Sauron «investidos en cuerpos de Hombres, reales y no fingidos […] encarnados en cuerpos de la Tierra Media» (Cuentos Inconclusos, pp.422-423). 

Cuando Gandalf (uno de los Istari) muere en su enfrentamiento con el Balrog, efectivamente muere, su espíritu se separa de su cuerpo y se presenta ante Eru. ««Desnudo fui enviado de nuevo por un breve tiempo hasta que mi tarea estuviera cumplida.» ¿Enviado por quién y desde dónde? No por los «dioses», cuyo cometido responde solo al mundo encarnado y a su tiempo pues él salió «fuera del pensamiento y el tiempo»» (Cartas, nº 156, p.239).

Volvamos ahora a la pregunta inicial, objeto de este ensayo. En realidad, cuando preguntamos si Sauron o los Balrogs podían morir, lo que queremos saber es qué es lo que pasa con ese espíritu cuando se produce la muerte. Porque, por lógica, si el fëa de los Elfos, Hombres o Enanos no podía ser destruido, tampoco es posible que suceda en el caso de los Ainur.

En el caso de Gandalf (Olórin) su espíritu va donde está Eru, pero no es una acción inevitable, así lo eligió él. Cuando Sauron muere en la Akallabêth, en el hundimiento de Númenor, «su espíritu se alzó desde las profundidades, y pasó como una sombra y un viento negro sobre el mar, y llegó de vuelta a la Tierra Media […] Se instaló de nuevo en Barad-dûr, […] hasta que se dio a sí mismo una nueva forma» (El Silmarillion, p.381).

En el ensayo titulado Ósanwe-kenta, que Tolkien escribió en 1959-1960, podemos encontrar un fragmento de gran relevancia sobre el asunto que estamos tratando.

«Ni siquiera [Morgoth] era capaz de controlar su forma visible, por lo que ya no podía enmascarar su fealdad y mostraba la malignidad de su mente. También sucedió lo mismo con algunos de sus sirvientes más poderosos, tal y como estamos comprobando en los últimos tiempos: se funden con las formas de sus malas acciones, y si se les quitan o se les destruyen los cuerpos, quedan anulados hasta que puedan reconstruir algo que se parezca a sus anteriores vestiduras, con las que puedan seguir los malvados rumbos que les han quedado fijados. *
*Evidentemente, aquí Pengolodh se refiere a Sauron, debido a cuyo resurgir tuvo que huir de la Tierra Media. Pero la primera destrucción de la forma corpórea de Sauron fue recogida en las crónicas de los Días Antiguos, en La Balada de Leithian.»
La Naturaleza de la Tierra Media, Ósanwe-kenta, p.225

Convendría hacer una puntualización de este pasaje. Es cierto que en La Balada de Leithian, de 1925-1931, Sauron (allí llamado Thû) se escapa de Huan tomando «una forma de vampiro con grandes alas», pero dejando atrás «un cuerpo de lobo sin vida». Sin embargo, en El Silmarillion publicado, copia del Quenta Silmarillion de 1937, Huan lo libera y su cuerpo no es destruido (El Silmarillion, p.238). Dicho esto, en este fragmento se nos revela que el espíritu de Sauron o de un Balrog por sí solo no resultaba una amenaza, debía «materializarse», tener un cuerpo. Podemos entonces suponer que los Balrogs que murieron en la Primera Edad, o el que mató Gandalf, simplemente quedaron «anulados», no pudieron volver a tener una presencia física.

No quedó totalmente incapacitado Sauron hasta la destrucción del Anillo. Hasta entonces, aún tenía suficiente poder para reconstruir su cuerpo.

«[Sauron] era destructible como los demás organismos físicos. Claro que eso no destruía el espíritu ni lo eliminaba del mundo donde debía permanecer hasta su fin. Después de la batalla con Gilgalad y Elendil, Sauron tardó largo tiempo en rehacerse, más del que había tardado tras la Caída de Númenor (supongo que porque cada reconstitución consumía parte de la energía inherente del espíritu, que podría llamarse la «voluntad» o el vínculo efectivo entre la mente y el ser indestructible y la realización de su imaginación). La imposibilidad de rehacerse después de la destrucción del Anillo es «mitológicamente» lo bastante clara en el presente libro.»
Cartas, nº 200, p.305

Por último, recordemos qué sucede cuando Saruman, un Istar, conocido como Zarquino en la Comarca, es apuñalado por Gríma Lengua de Serpiente.

«Ante el espanto de todos, alrededor del cadáver de Saruman se formó una niebla gris, que subió lentamente a gran altura como el humo de una hoguera mientras una figura pálida y amortajada asomaba sobre la Colina. Vaciló un instante, de cara al poniente; pero una ráfaga de viento sopló desde el oeste, y la figura se dobló y con un suspiro se deshizo en nada.»
El Retorno del Rey, El saneamiento de la Comarca, pp.343-344

Waynne G. Hammond y Christina Scull comentan que «algunos lectores han inferido que el espíritu de Saruman el Maia trata de retornar a Valinor, pero es rechazado por los Valar» (El Señor de los Anillos: Guía de lectura, p.866).

Gandalf y el Anillo. Los Portadores

¿Tocó Gandalf el Anillo Único?
¿Quiénes fueron los portadores?

 

En un pasaje de La Comunidad del Anillo Gandalf le pide el anillo a Frodo y luego lo tira al fuego. El objetivo era confirmar si tenía esa inscripción que delataría ese anillo como el Anillo Único, como así fue. En las versiones cinematográficas esta escena tiene una diferencia importante. En la película animada de Ralph Bakshi Gandalf toca (coge) el Anillo con los dedos. Pero en la de Peter Jackson no sucede de esta forma. El Anillo está en un sobre y utiliza también unas pinzas para no tocarlo.


  El Señor de los Anillos de Ralph Bakshi



La Comunidad del Anillo de Peter Jackson

¿Realmente qué sucede en el libro? ¿Gandalf llega a tocar el Anillo en algún momento? Intentaremos dar respuesta a continuación, así como haremos un repaso de todos aquellos personajes que llevaron el Anillo en algún momento desde su forja hasta su destrucción. Mejor dicho, todos aquellos que tocaron en algún momento el Anillo.

Veamos el párrafo, o párrafos, en cuestión… Después de varios años sin aparecer, Gandalf llega a Bolsón Cerrado y durante una conversación con Frodo le pide que le dé el anillo.

«Frodo lo sacó del bolsillo del pantalón, donde lo guardaba enganchado a una cadena que le colgaba del cinturón. Lo soltó y se lo alcanzó lentamente al mago. El anillo se hizo de pronto muy pesado, como si él mismo o Frodo no quisiesen que Gandalf lo tocara.
Gandalf lo sostuvo. Parecía de oro puro y sólido.
—¿Puedes ver alguna marca en él? —preguntó a Frodo.
—No —dijo Frodo—, no hay ninguna. Es completamente liso y no tiene rayas ni señales de uso.
—Bien, ¡entonces mira!
Ante la sorpresa y zozobra de Frodo, el mago arrojó el anillo al fuego. Frodo gritó y buscó las tenazas, pero Gandalf lo retuvo.
—¡Espera! —le ordenó con voz autoritaria, echando a Frodo una rápida mirada desde debajo de unas erizadas cejas.
No hubo en el anillo ningún cambio aparente. Un momento después Gandalf se levantó, cerró los postigos y corrió las cortinas. La habitación se oscureció, se hizo un silencio y se oyó el ruido de las tijeras de Sam, ahora cerca de la ventana. El mago se quedó unos minutos mirando el fuego; luego se inclinó, sacó el anillo con las tenazas, poniéndolo sobre la chimenea, y enseguida lo tomó con los dedos. Frodo ahogó un grito.
—Está frío —dijo Gandalf—. ¡Tómalo!»
La Comunidad del Anillo, La sombra del pasado, pp.67-68

De acuerdo con la traducción de esta edición (1978, 2002) parece que Gandalf toca hasta en dos ocasiones el Anillo. Si bien la primera se podría decir que tal vez lo sostiene de la cadena. Pero pongamos el texto original para un mejor análisis:

«Frodo took it from his breeches-pocket, where it was clasped to a chain that hung from his belt. He unfastened it and handed it slowly to the wizard. It felt suddenly very heavy, as if either it or Frodo himself was in some way reluctant for Gandalf to touch it.
Gandalf held it up. It looked to be made of pure and solid gold. ‘Can you see any markings on it?’ he asked.
‘No,’ said Frodo. ‘There are none. It is quite plain, and it never shows a scratch or sign of wear.’
‘Well then, look!’ To Frodo’s astonishment and distress the wizard threw it suddenly into the middle of a glowing corner of the fire. Frodo gave a cry and groped for the tongs; but Gandalf held him back.
‘Wait!’ he said in a commanding voice, giving Frodo a quick look from under his bristling brows.
No apparent change came over the ring. After a while Gandalf got up, closed the shutters outside the window, and drew the curtains. The room became dark and silent, though the clack of Sam’s shears, now nearer to the windows, could still be heard faintly from the garden. For a moment the wizard stood looking at the fire; then he stooped and removed the ring to the hearth with the tongs, and at once picked it up. Frodo gasped.
‘It is quite cool,’ said Gandalf. ‘Take it!’»

Como se ha mencionado, la primera frase, «Gandalf lo sostuvo» / «Gandalf held it up», es ambigua. Frodo lo soltó (del pantalón), «he unfastened it», pero no queda claro si Frodo suelta el anillo de la cadena o la cadena, donde estaba el anillo, del pantalón. Gandalf puede sostener tanto el anillo como la cadena.

La frase «lo tomó con los dedos» en realidad es un error de traducción. En inglés no es tan explícito. «Picked it up» sería más bien «lo cogió» o «lo tomó», no hay ninguna mención a dedos (fingers).

Dicho esto y admitiendo que es un pasaje que se presta a la interpretación de cada uno, analicemos su contenido:

En primer lugar Frodo saca el anillo que tenía sujeto a una cadena que colgaba del cinturón. Lo soltó y se lo entregó a Gandalf que lo sostuvo. Posiblemente la opinión más común sería la de considerar que Frodo sacó el anillo de la cadena y se lo entregó a Gandalf. Pero vamos a valorar hasta qué punto es posible que Frodo hubiera soltado la cadena, dando cadena y anillo a Gandalf, y de esta forma sostenerlo; es decir, que no hubiera tocado el anillo. Por el momento esa posibilidad existe…

Después Gandalf arroja el anillo al fuego. Digamos que podría haberlo tirado con la cadena. A continuación «sacó el anillo con las tenazas, poniéndolo sobre la chimenea, y enseguida lo tomó con los dedos». Podría haber sacado el anillo (que seguía sujeto a la cadena, aunque no se indique), ponerlo sobre la chimenea y tomarlo (cogerlo) con la cadena o las pinzas/tenazas. Sigue siendo una opción que cada uno estimará en mayor o menor medida.

Pero también hay que tener presente la siguiente frase: «está frío», «it is quite cool». ¿Podría saber Gandalf que el anillo estaba frío sin tocarlo?

 

Una vez visto esto, vayamos a la segunda parte de este pequeño texto. ¿Qué personajes tocaron en algún momento el Anillo Único?

Sauron

            Sauron forja el Anillo en el año 1600 de la SE (Segunda Edad) y lo tiene en su poder hasta el año 3441 de la SE, cuando es vencido por Elendil y Gil-galad. [lo llevó unos 1841 años]

Isildur

            Cuando Sauron es derrotado Isildur tomó el Anillo Único, teniéndolo en su poder hasta el año 2 de la TE (Tercera Edad). En ese año Isildur cayó en una emboscada, escapó con ayuda del Anillo llegando al Río Grande, pero se le deslizó del dedo. El Anillo se perdió e Isildur fue muerto. [2 años]

Déagol

            En el año 2463 de la TE Déagol encuentra el Anillo Único. Pero es asesinado por Sméagol. [unos minutos]

Sméagol/Gollum

            Con el paso del tiempo y la influencia del Anillo Sméagol se convierte en Gollum. En el año 2941 de la TE Bilbo descubre el Anillo y se encuentra con Gollum. Bilbo lo oculta y regresa a la Comarca. [478 años]

Bilbo

            Bilbo tiene en su poder el Anillo hasta el año 3001 de la TE. Bilbo da su fiesta de despedida (el 22 de septiembre) y deja el Anillo a Frodo. [60 años]

Frodo

            Frodo será el portador del Anillo hasta su destrucción el 25 de marzo del 3019 de la TE. [17 años y medio]. Pero durante ese período (hacia el final) hay varios personajes que tocan o se ponen el Único en algún momento. En el año 3018, concretamente el 13 de abril, Gandalf habla con Frodo sobre el Anillo…

Gandalf 

Para confirmar sus sospechas Gandalf tira el Anillo al fuego. Toca dos veces el Anillo (en mi opinión). [unos segundos]

Tom Bombadil

El 27 de septiembre del 3018, en casa de Tom Bombadil este se puso el Anillo en el dedo. [unos segundos]

Sam Gamyi

            Sam le quitó el Anillo a Frodo creyendo que había muerto tras su encuentro con Ella-Laraña. Era el 13 de marzo del 3019. Después, al estar rodeado por Orcos, se puso el Anillo. Se lo volvió a poner el día 14. «Un lector le recalcó a Christopher Tolkien que Sam se puso el Anillo en el Libro IV, y que en este momento [principio del Libro VI] «se lo volvió a poner», pero no hay ninguna referencia a cuándo se lo quita» (El Señor de los Anillos: Guía de lectura, p.791). Hacia final del día, Sam rescata a Frodo y le devuelve el Anillo. [2 días]


El día de la destrucción del Anillo, el 25 de marzo, Gollum logra hacerse con él unos segundos tras arrancarle el dedo de un mordisco a Frodo. Después cae con el Anillo a la Grieta del Destino.

Existiría otro posible personaje que tocó el Anillo. Frodo había sido herido en la Cima de los Vientos y despierta en Rivendel tendido en una cama. Era el 24 de octubre del 3018.

«Mientras se vestía, Frodo había descubierto que le habían colgado al cuello el Anillo, y que la cadena era nueva, liviana y fuerte»
La Comunidad del Anillo, Muchos encuentros, p.274

Difícilmente se pone el Anillo en una cadena nueva sin tocarlo. No se conoce quién o quiénes lo hicieron. Pudo ser Elrond, Gandalf…

Desvanecimiento de los Elfos

¿Qué es el «desvanecimiento» de los Elfos?

 

En El Señor de los Anillos se nos cuenta que el tiempo de los Elfos estaba llegando a su fin. Los Elfos se demoraban en la Tierra Media, «querían la paz, la beatitud y la perfecta memoria del «Oeste», y permanecer, sin embargo, en la tierra ordinaria donde su prestigio como pueblo, por encima del de los Elfos salvajes, los Enanos y los Hombres, era mayor que el que ocupaban en el fondo jerárquico de Valinor» (Cartas, carta 131, p.180).

Los Anillos de los Elfos lograban ese objetivo, «evitar o disminuir la velocidad del deterioro, la preservación de lo que se desea o se ama, o la de su apariencia» (Cartas, carta 131, p.181). Sin embargo, la destrucción del Anillo Único también implicaba la pérdida de poder de los Tres Anillos élficos, pues, aunque no habían sido forjados por Sauron, eran en parte producto de sus enseñanzas. Así lo decía Elrond en el Concilio, y Galadriel a Frodo en Lothlórien:

«Pero es posible también que cuando el Único desaparezca, los Tres se malogren y que muchas cosas hermosas se desvanezcan y sean olvidadas».
La Comunidad del Anillo. El Concilio de Elrond. p.318

«Pero si triunfas, nuestro poder decrecerá y Lothlórien se debilitará, y las mareas del Tiempo la borrarán de la faz de la tierra. Tenemos que partir hacia el Oeste, o transformarnos en un pueblo rústico que vive en cañadas y cuevas, condenados lentamente a olvidar y a ser olvidados».
La Comunidad del Anillo. El Espejo de Galadriel. p.428

¿Por qué los Elfos se debilitaban, se «desvanecían»? A esto vamos a dar respuesta en las siguientes líneas.

En primer lugar debemos saber que los Elfos (y los Hombres y los Enanos) son seres encarnados, es decir, tienen un espíritu (fëa) y un cuerpo (hröa). También que los Elfos son «inmortales», pero esta inmortalidad es relativa, condicionada a la duración de Arda (la Tierra), y también pueden morir por heridas en combate.  

«Los Elfos eran inmortales, y de una sabiduría que medraba con los años, y no había enfermedad ni pestilencia que les diera muerte. Tenían por cierto cuerpos hechos de la materia de la Tierra y podían ser destruidos; y en aquellos días se asemejaban más a los Hombres, pues aún no llevaban mucho tiempo habitados por el fuego de su espíritu,* que los consume desde dentro con el paso de los años».
El Silmarillion. De los Hombres. p. 140
*[Traducción mejorada]

«La «inmortalidad» élfica está limitada a un intervalo del Tiempo (que Finrod llamaría la Historia de Arda), y por tanto estrictamente debería llamarse más bien «gran longevidad», cuyo límite último es la duración de la existencia de Arda […] En consecuencia el fëa de los Elfos también se limita al Tiempo de Arda, o al menos está confinado en su interior y es incapaz de abandonarla mientras dure».
El Anillo de Morgoth. Athrabeth Finrod ah Andreth. p. 378

            Pero no solamente se produce la muerte, la separación del fëa y hröa, mediante un acto violento; véase la frase citada anteriormente: «el fuego de su espíritu los consume desde dentro con el paso de los años». El hröa sufre un desgaste con el paso del tiempo, dando lugar a ese desvanecimiento.

«El hado de los Elfos es ser inmortales, amar la belleza del mundo, […] durar mientras ella dura, no abandonarla nunca ni aun cuando se los «mata», sino retornar; y, sin embargo, cuando los Seguidores llegan, enseñarles, abrirles camino, «desvanecerse» a medida que los Seguidores crecen y absorben la vida de la que ambos proceden»       
Cartas. Carta 131. p.175

Se puede pensar que este desvanecimiento puede tener varios significados, siendo uno de ellos el sentido físico, es decir, que menguaban físicamente como los «diminutos elfos» de Shakespeare (T.A. Shippey en El Camino a la Tierra Media, p.162). Véase la frase de Galadriel en el Espejo: «He pasado la prueba ­–dijo–. Me iré empequeñeciendo, y marcharé al Oeste, y continuaré siendo Galadriel». Sin embargo, Tolkien rechazaba la semejanza de sus Elfos con los Elfos y Hadas «tradicionales». En 1954 escribía a Naomi Mitchison diciendo:

««Elfos» es una traducción quizá no muy adecuada, pero originalmente lo bastante satisfactoria, de Quendi […] supongo que los Quendi de estas historias se emparentan en realidad muy poco con los Elfos y las Hadas de Europa; y si se me apremia a racionalizar, diría que representan en realidad a los Hombres con facultades estéticas y creativas muy realzadas, mayor belleza y nobleza, y una vida más larga: los Hijos Mayores destinados a desvanecerse ante los Seguidores (Hombres)».
Cartas. Carta 144. p.208

            Es justo decir que no era así en sus primeros escritos. En los Cuentos Perdidos (1916-1920) se dice que los Elfos de antaño eran más altos, así como su empequeñecimiento se relaciona con la llegada de los Hombres: «mientras los Hombres adquieren más poder y se vuelven más numerosos, las hadas [Elfos] decaen y se empequeñecen y van desapareciendo, volviéndose tenues y transparentes, en tanto que los Hombres crecen y se vuelven más torpes y corpulentos. Finalmente los Hombres, o casi todos, ya no alcanzan a ver a las hadas» (El libro de los Cuentos Perdidos II, p.412). Pero estas características iniciales pronto fueron rechazadas. Así, Christopher dice:

«Es muy posible que cuando [mi padre] escribió Ælfwine II ya estuviese pensando en dejar a un lado la idea de que los Elfos «debilitados» fuesen diminutos, […] Por último, es evidente que los Elfos perdieron todas las cualidades que actualmente se considerarían características de las hadas y, asimismo, perdieron toda relación con ellas, y los que se quedaron en las Grandes Tierras durante muchas edades del mundo aún no concebidas habrían de convertirse en seres mucho más grandes y poderosos».
El libro de los Cuentos Perdidos II. La historia de Eriol o Ælfwine. p.412

En 1958-1959 Tolkien profundizó en la relación y separación de fëa y hröa en un ensayo llamado Leyes y costumbres de los Eldar. En este texto, de gran valor para el tema que nos ocupa, encontramos lo siguiente:

«A pesar de que ninguna violencia exterior es capaz de destrozar o desintegrar al fëa, el hröa puede ser herido y destrozado por completo.
Si entonces el hröa es destruido, o herido y pierde la salud, tarde o temprano «muere». Es decir, se hace doloroso para el fëa vivir en el hröa, […] así que el fëa lo abandona, y al ver terminada su función la unión se rompe y él regresa a la orma [materia, sustancia] general de Arda. El fëa se queda entonces sin hogar, y se hace invisible para los ojos del cuerpo (aunque otros fëar pueden percibirlo con claridad)».
El Anillo de Morgoth. Leyes y costumbres de los Eldar. p. 254

«Porque los Eldar envejecen de hecho, aunque lentamente: el límite de sus vidas es la vida de Arda […] Además su cuerpo y espíritu no están separados sino unidos. Según el paso de los años, con los cambios de deseo y pensamiento, se acumula en el espíritu de los Eldar, así cambian los impulsos y el temperamento del cuerpo. Esto es a lo que se refieren los Eldar cuando dicen que el espíritu los consume; y dicen que antes de que Arda acabe todos los Eldalië de la tierra se habrán convertido en espíritus invisibles para los ojos mortales».
El Anillo de Morgoth. Leyes y costumbres de los Eldar. p. 247

«Con el paso de las edades, el dominio de los fëar aumentaba, «consumiendo» los cuerpos (tal como se ha observado). El final de este proceso es el marchitamiento [‘fading’, desvanecimiento] como lo han llamado los Hombres; porque al final el cuerpo se convierte en un mero recuerdo sostenido por el fëa».
El Anillo de Morgoth. Leyes y costumbres de los Eldar. p. 254 

            Un fëa sin hogar, sin un hröa, era convocado a las Estancias de la Espera, Mandos, donde tras un período indeterminado podría reencarnarse en un cuerpo igual al que tenía. No obstante, este llamamiento podía ser rechazado; en ese caso el fëa vagaría sin hogar por el mundo, incorpóreo.

            En cuanto al proceso de desvanecimiento, también podríamos preguntarnos cuándo se produce. Tolkien escribió sobre el crecimiento de los Elfos en Leyes y costumbres de los Eldar, pero estas ideas iniciales fueron cambiando a lo largo de los años. Un texto de 1965 distingue en la vida de un Elfo dos etapas: años de crecimiento y años de vida, con cuatro períodos en total: crecimiento, juventud, madurez y desvanecimiento. Sobre este último:

«Después de esto comenzaba el «tiempo de desvanecimiento», de una duración desconocida (muy lenta), en que (como ellos dicen) el fëa iba poco a poco consumiendo el hröa, hasta que se convirtiese en un mero «recuerdo»».
La Naturaleza de la Tierra Media. Edades élficas y númenóreanas. p.155

            Según este escrito el desvanecimiento comenzaba a la edad de 120 años élficos. El concepto de año élfico o yén ya aparecía en el apéndice D de El Señor de los Anillos, donde cada uno de estos años equivalía a 144 años de los Hombres o Solares. Pero habría que matizar que esta ratio se cumplía en los años de vida (juventud, madurez y desvanecimiento); la etapa de crecimiento (hasta los 24 años) sufrió numerosos cambios de equivalencia a lo largo del tiempo, siendo en este texto de 1965 de 1:3, esto es, un año élfico equivalía a 3 Años Solares (AS). De esta forma, el desvanecimiento comenzaba a la edad de 13.896 AS.

            En una nota posterior, de 1968, del conjunto de textos titulado Manos, dedos y números de los Eldar, Tolkien escribió que «el crecimiento de los niños élficos tras el nacimiento no era más lento que el de los niños de los Hombres» (La Naturaleza de la Tierra Media, p.193), lo que parece suponer un nuevo cambio en la ratio de etapa de crecimiento, en este caso 1:1.

            Pero poco después Tolkien introduce un nuevo concepto, los ciclos de vida élficos y las renovaciones. En una nota relacionada con el ensayo llamado La marca de Fëanor (1968) escribió: «Los Elfos no tenían barba antes de entrar en su tercer ciclo de vida. El padre de Nerdanel era excepcional, ya que aún se encontraba en su segundo ciclo» (La Naturaleza de la Tierra Media, p.162). Y un texto de 1969 desarrollaba esta idea:

«Las vidas élficas deben estructurarse en ciclos. Conseguían su longevidad mediante una serie de renovaciones. Tras el nacimiento, con la llegada de la madurez y los primeros síntomas de envejecimiento, comenzaban un período de tranquilidad en el que se «retiraban» por un tiempo, si era posible, y emergían del mismo físicamente renovados a un estado de salud parecido al de su primera madurez.
Esto aún no había sucedido en los períodos tratados (o solo había comenzado a manifestarse al final de la Tercera Edad).
El «Menguar» [“Fading”, «Desvanecimiento»] se manifestaba de la siguiente manera:
1)      Los períodos de actividad y pleno vigor se acortaban progresivamente, y
2)     La renovación ya no era tan completa: estaban un poco más viejos tras cada nueva renovación con respecto a la anterior».
La Naturaleza de la Tierra Media. Ciclos de vida élficos. p.162-163

            Lo extraño de este texto es que «no había sucedido […] o solo había comenzado a manifestarse al final de la Tercera Edad». No se corresponde con el segundo ciclo del padre de Nerdanel, o con la barba de Círdan, que debía estar en el tercero. No obstante, escribió otro en esa época que era coherente con lo indicado. En cualquier caso, debido a los ciclos no parece posible determinar una edad a la que se producía ese «desvanecimiento».

            «¿Los Elfos estaban dominados por ciclos de vida? sc. nacimiento, infancia hasta la madurez corporal y mental (tan rápida como la de los Hombres) y de ahí a un período de paternidad (matrimonio, etc.) que podía retrasarse mucho tiempo tras la madurez. Este «ciclo» duraba hasta que todos los hijos del «primer período de paternidad» se hubiesen hecho mayores. Después había una renovación de la juventud.
                        […] después de cada nuevo «ciclo» el vigor de los Eldar menguaba un poco, aunque esto tardaba en manifestarse. Antes del final de la Segunda Edad los rejuvenecimientos y la re-Generación de hijos eran cada vez menos comunes.* Los Eldar estaban «desvaneciéndose»: no está claro si esto estaba predestinado por Eru, o era un «castigo» por los pecados de los Eldar. Sin embargo, su «inmortalidad» dentro de la Vida del Mundo estaba garantizada y, si querían, podían partir al Reino Bendecido.
                     *No permanecían «inmortales» eternamente».
La Naturaleza de la Tierra Media. Ciclos de vida élficos. pp. 163-164

Por último, y no menos importante, debe mencionarse que este proceso de envejecimiento y desvanecimiento de los Elfos ocurre en la Tierra Media, pero parece que no en Aman. En el texto de 1965 citado anteriormente se especifica que la ratio de años de crecimiento y vida eran «en la Tierra Media», y en un manuscrito de 1959, donde 1 Año Valiano equivalía a 144 Años Solares (véase la nueva mitología), Tolkien matizaba lo siguiente:

«La situación en Aman incita ciertas reflexiones. Parece que, en Aman, los Quendi [Elfos] apenas se dejaban afectar en sus modos de crecimiento (olmië) y vida (coivië). ¿Cómo podía ser eso? En Aman, los Valar mantenían todas las cosas en un estado de gozo y salud, y los seres vivos corpóreos (como las plantas y los animales) no parecían haber «envejecido» o cambiado más rápido que la propia Arda. Un año para ellos era un Año Valiano, pero incluso el paso de estos años no los acercaba a la muerte visible ni apreciablemente: el desgaste no aparecería antes del fin de la propia Arda. O eso es lo que se dice. Pero parece que no hay una «ley» general de tiempo que gobierne todas las cosas en Aman […]
[Sobre los Eldar] en el gozo y salud de Aman, sus cuerpos se mantuvieron en pleno vigor, y fueron capaces de soportar el enorme crecimiento de conocimientos y ardor de sus espíritus sin un menguar apreciable (excepto en casos muy especiales, como el de Míriel)».
La Naturaleza de la Tierra Media. Sobre el modo de vida y el crecimiento de los Quendi. p.97-98

Publicación El Silmarillion

¿Por qué Tolkien no publicó El Silmarillion?

 

En 1977, cuatro años después de la muerte de su padre, Christopher Tolkien editó y publicó El Silmarillion. Hay gente que se pregunta, o se ha preguntado alguna vez, por qué J.R.R. Tolkien no publicó en vida esta obra. No es respuesta fácil; posiblemente fue un cúmulo de cosas las que hicieron que finalmente Tolkien no pudiera ofrecer un texto acabado para su imprenta. Christopher lo hizo, sí, tal como estaban (más o menos) las historias y capítulos cuando su padre murió. Algunas de estas historias estaban «anticuadas», databan de una época anterior a El Señor de los Anillos, y en otras ocasiones Christopher se excedió con cambios editoriales, como reconoció más tarde.

Lo que se pretende en las siguientes líneas es intentar reflejar en qué estado se encontraba «El Silmarillion», el conjunto de textos que componen el legendarium o mitología de J.R.R. Tolkien, a partir de la finalización de El Señor de los Anillos, y qué circunstancias, sucesos, etc. ocurrieron desde entonces que pudieron impedir o dificultar la publicación de esta obra.

En otoño de 1949 Tolkien acabó de escribir El Señor de los Anillos. Meses más tarde escribió a Stanley Unwin, editor de El Hobbit, pidiéndole publicar El Silmarillion y El Señor de los Anillos «conjuntamente o relacionadas». En aquel entonces Tolkien soñaba con la posibilidad de ver impresa la obra cuyos primeros escritos se remontan a 1916-1917. Milton Waldman, de la editorial Collins, también había mostrado interés por El Silmarillion, «estaba dispuesto a publicarlo siempre que lo terminara» (Biografía, p.258).

Tolkien había dejado de lado «El Silmarillion» cuando en diciembre de 1937 comenzó a escribir El Señor de los Anillos. El Quenta Silmarillion (QS), había sido abandonado a mitad del capítulo 17, en el momento de la partida de Túrin de Doriath. Una vez terminado El Señor de los Anillos y con esperanza de publicar El Silmarillion, Tolkien volvió a las historias de los Días Antiguos con renovada energía. Los primeros años de la década de los 50 fueron muy productivos; Tolkien realizó nuevas versiones de los Anales, una obra que guardaba estrecha relación con el Quenta, revisó y corrigió QS, y retomó las grandes historias: comenzó de nuevo el poema de La Balada de Leithian (poema sobre Beren y Lúthien) que había interrumpido en 1931, volvió a la historia de Túrin con el Narn i Chîn Húrin, y empezó a escribir un texto de nombre De Tuor y la Caída de Gondolin.

Sin embargo, muchos de estos trabajos no llegaron a concluir. Los Anales Grises no fueron más allá del encuentro de Húrin con la tumba de sus hijos y una sinopsis de lo que seguiría a continuación. El Quenta Silmarillion tampoco avanzó más del punto donde había llegado anteriormente y apenas revisó superficialmente los últimos capítulos. De La Balada de Leithian se limitó a reescribir pasajes cortos «por aquí y por allá» y la obra De Tuor y la Caída de Gondolin fue abandonada cuando Tuor contempla la ciudad desde la lejanía. 

¿Qué sucedió? Christopher Tolkien atribuyó este abandono de sus obras en esta época a «la falta de esperanzas de publicación» (El Anillo de Morgoth, p.7). Aunque Stanley Unwin había dado una negativa a la petición de Tolkien de publicar las dos obras, El Señor de los Anillos y El Silmarillion, Milton Waldman estaba seguro de que su empresa aceptaría. Lamentablemente todo se complicó. El precio del papel subió, los costes de producción se dispararon y la editorial Collins finalmente dio un paso atrás desestimando la inversión. Tolkien acabó escribiendo a Rayner Unwin, hijo de Stanley, aceptando solo la publicación de El Señor de los Anillos. Era el año 1952. 

«En cuanto a El Señor de los Anillos y a El Silmarillion, están donde estaban. El uno terminado (y el final revisado) y el otro todavía sin terminar (o sin revisar), y los dos acumulando polvo […] Pero más bien he modificado mi punto de vista. ¡Es mejor algo que nada! Aunque para mí todo constituye una unidad, y El Señor de los Anillos estaría mejor como parte del conjunto, de buen grado consideraría la publicación de cualquier parte de ese material. Los años se están volviendo preciosos. […] ¿Puede hacerse algo para abrir las puertas que yo mismo cerré?».
Cartas. Carta 133. p.193

En 1954 se publicó La Comunidad del Anillo y Las Dos Torres. El Retorno del Rey tuvo que esperar un año más por la elaboración de los apéndices. Tolkien, profesor de lengua y literatura inglesa de la universidad de Oxford, comentó en una ocasión que sus compañeros dijeron: «Ahora sabemos qué ha estado haciendo todos estos años. Y por qué la edición de esta obra, y el comentario de aquella, y las gramáticas y glosarios prometidos nunca se terminaban. Ya se ha entretenido; ahora debería trabajar un poco» (Biografía, p.275). Consideraban que se había distraído en exceso y debía volver a sus «obligaciones» como filólogo.

En verano de 1959 Tolkien acabó su actividad académica. Tenía 67 años.

«Después de cuatro décadas de servir en la universidad, se proponía dedicar todo el tiempo posible a sus leyendas, y en especial a la conclusión de El Silmarillion, que Allen & Unwin estaba muy interesada en publicar, después de una espera de varios años».
Biografía. p.292

El retiro de Tolkien de su cátedra en Oxford marcó también, de algún modo, un cambio en su vida. Se alejó de sus compañeros y de los clubes. Le preocupaba mucho la salud y bienestar de su mujer Edith «y se sentía obligado a pasar con ella todo el tiempo posible» (Biografía, p.291). Pero era también «un abandono deliberado de la compañía con la que había vivido, trabajado y conversado durante cuarenta años» (Ibid.).

Pero, ¿en qué estado se encontraba «El Silmarillion»? Un año antes, Tolkien, con ayuda de un mecanógrafo, había realizado una copia de los Anales y del Quenta Silmarillion que incorporaban las alteraciones hechas en 1951-1952. Aunque era esa la intención, no siempre ocurrió; algunos cambios se perdieron y no se reflejaron en esta copia. No obstante, fue el inicio de una nueva revisión y reescritura en los meses posteriores. Apareció de esta forma el Valaquenta, nuevos capítulos y ensayos. Pero, de nuevo, Tolkien no llegó a la última parte del Quenta Silmarillion.

Para el tema que nos ocupa, entre los varios textos y ensayos que Tolkien escribió en esta época, hay que destacar una idea que había aparecido con anterioridad. Tolkien pensó que su cosmogonía, es decir, el origen del mundo, debía ser más «real», y elaboró un comentario con la idea de «regenerarla». Hasta entonces, en su mitología la Tierra era plana y el Sol y la Luna eran creados a partir del último fruto de los Dos Árboles, Laurelin y Telperion, tras haber sido mancillados por Melkor y Ungoliant.

«…me sentí inclinado a adherirme a la Tierra Plana y a la tarea astronómicamente absurda de la hechura del Sol y la Luna. Pero no puedes inventar historias de ese tipo cuando vives entre gentes con el mismo fondo imaginativo general, cuando el Sol «de verdad» sube por el Este y desciende por el Oeste, etc. Cuando, no obstante (independientemente de lo poco que sepa o piense la gente sobre astronomía), la creencia general es que vivimos en una isla «esférica» en el «Espacio», no puedes seguir haciéndolo».
El Anillo de Morgoth. La Transformación de los Mitos. p.422-423

Tolkien escribió unas ideas generales sobre esta «nueva mitología»: El Sol estaría desde un principio junto a la Tierra y Arda sería lo que nosotros conocemos como el Sistema Solar. La llegada de los Hombres se trasladaría mucho más atrás, pues «no es creíble que en apenas 400 años surja la variedad y el desarrollo (p. ej. de los Edain) de la época de Felagund» (El Anillo de Morgoth, p.431).

Sin embargo, estos nuevos conceptos no se vieron reflejados en un relato, en una nueva versión del Quenta Silmarillion o los Anales. Esta falta de desarrollo de la «nueva mitología» llevó a Christopher a suponer que su padre vio que la «antigua mitología» estaba demasiado interrelacionada entre sí.

«aunque decidido en mente a abandonar el antiguo mito del origen del Sol y la Luna mi padre dejó en suspenso la formulación y expresión del nuevo. Es posible, aunque no dispongo de pruebas en una dirección o en otra, que este texto experimental le hiciera ver que la vieja estructura era demasiado global, demasiado interrelacionada en todas sus partes, de raíces demasiado profundas, para soportar una cirugía tan devastadora».
El Anillo de Morgoth. La Transformación de los Mitos. p.437

Si bien estas ideas no se plasmaron en una revisión de la vieja mitología, tampoco Tolkien volvió a tocar el Quenta Silmarillion en lo que le quedaba de vida. Su interés se fue hacia otros asuntos, muchas veces de manera errática. Tolkien era una persona que se distraía con facilidad.

«Invertía una considerable cantidad de tiempo en contestar la correspondencia. Sus lectores le escribían elogiando, criticando, o pidiendo información sobre algún elemento de sus narraciones. A veces […] extraviaba una carta después de escribirla […] la búsqueda solía revelar otras cosas olvidadas […] y entonces abandonaba lo que hubiera comenzado, para dedicarse a leer o a reescribir lo que acababa de descubrir».
Biografía. p.295

También pasaba mucho tiempo con solitarios, crucigramas, dibujos heráldicos.... «Pero luego se sentía avergonzado por lo que no consideraba sino métodos dilatorios, e intentaba volver al trabajo. Entonces sonaba el teléfono, o Edith le pedía que la acompañase a hacer compras o a tomar el té con una amiga» (Biografía, p.296). Esta sensación de perder el tiempo, de la que muchas veces era responsable, no ayudaba a un hombre que tenía cierta tendencia a la depresión, aunque por breves períodos (Ibid. p.297). 

            Falta de disciplina, distracciones, la edad que fue haciendo mella en sus energías (escribía en 1965: «Encuentro difícil trabajar; empiezo a sentir la vejez y el fuego que se extingue», Biografía, p.290) podrían explicar, en parte, que Tolkien no llegara a publicar El Silmarillion. Pero sabemos que siguió escribiendo durante la década de los 60 y hasta el último mes de su vida muchos otros textos sobre su legendarium: escritos filológicos, ensayos, textos sobre Galadriel, Glorfindel, etc. Parece evidente que perdió el interés por acabar el Quenta Silmarillion, unificar los textos, reescribir esos últimos capítulos. Prefería otras cosas. Quizá la (nueva) cosmogonía le hiciera dudar. Incapaz de eliminar el antiguo mito de la creación del Sol y la Luna y rehacer buena parte de sus escritos, pero, a su vez, incapaz de acabar una obra cuya cosmogonía le parecía poco creíble.

T.A. Shippey aporta otro posible motivo: el peligro de contar esos relatos que daban «impresión de profundidad» a El Señor de los Anillos. «Una cualidad […] creada de la misma manera que la antigua épica por las canciones y digresiones como la balada de Tinúviel que canta Aragorn, las alusiones de Sam Gamyi al Silmaril y la Corona de Hierro […] Contarlos en su propia forma y esperar de ellos que retengan el encanto que tuvieron en su marco más amplio sería un error tremendo» (El Camino a la Tierra Media, p.262). Citaba Shippey a Tolkien en una carta de 1963:

«Yo mismo tengo dudas sobre la empresa [presentar las leyendas de El Silmarillion de forma coherente de forma coherente, integrándose con El S. de los A. y darles cierta forma progresiva]. Parte del atractivo del S. de los A. radica, creo, en los atisbos de una historia más amplia desarrollada en el fondo histórico: un atractivo como el que tiene ver a lo lejos una isla que no se ha visitado, o las torres de una ciudad distante que resplandecen entre la niebla iluminada por el sol. Ir allí es destruir la magia, a no ser que vuelvan a revelarse nuevos panoramas inasequibles».
Cartas. Carta 247. p.388

Respecto a esta carta citada, Christopher Tolkien va más allá… Las dudas, lo que estaba en cuestión para su padre, «era el hecho de publicarlo después de la aparición de El Señor de los Anillos, cuando, como él pensaba, el momento oportuno ya había pasado» (El libro de los Cuentos Perdidos I, p.10).

Pero, aunque se han nombrado probables causas por las que Tolkien no trabajó en El Silmarillion en estos años, en sus cartas él transmitía la intención de hacerlo. Sus actos y sus palabras divergían. A Dick Plotz, «Thain» de la Tolkien Society of America, le decía en septiembre de 1965:

«En cuanto al «Silmarillion» y sus apéndices: todo eso está escrito, pero en un estado de confusión que es consecuencia de alteraciones y ampliaciones hechas en diferentes fechas (incluyendo «reescrituras» que confirmen los vínculos entre él y El S. de los Anillos). Falta un hilo del que pendan sus diversidades. Presenta además en forma más aguda todavía las dificultades con que me topé en El S. de los A.: la necesidad de familiarizar a una audiencia con una mitología desconocida sin referencia a los cuentos y la de relacionar varias leyendas largas que dependen de la mitología sin demorarlas con digresiones explicativas. Había tenido esperanzas de estar ya profundamente inmerso en el trabajo necesario para presentar parte del material en forma publicable... Creo que lo sacaré por partes. Puede que la primera, si tengo todavía la salud y el vigor requeridos, esté en prensa el próximo año».
Cartas. Carta 276. p.418

Ese septiembre de 1965 escribía a Rayner Unwin: «Quiero terminar Gawain y Pearl y trabajar en el Silmarillion» (Cartas, carta 277, p.422). Y en diciembre de ese año respondía a Clyde S. Kilby, profesor del Wheaton College, Illinois, que se ofrecía ayudarlo para terminar El Silmarillion:

«Está ahora en un estado de confusión, pues ha sido alterado, ampliado y trabajado por intervalos de vez en cuando. Si tuviera la ayuda de un erudito favorablemente dispuesto y a la vez crítico, siento que parte de él podría volverse publicable. Necesita la presencia concreta de un amigo y consejero al lado, que es precisamente lo que usted ofrece. Según me parece, pronto estaré en libertad de volver sobre él, y junio, julio y agosto están disponibles».
Cartas. Carta 282. p.425-426

La correspondencia de los meses siguientes muestra a un Tolkien más parco en palabras con sus lectores, abrumado de trabajo y necesitado de tiempo (Cartas, carta 286, 291, 294, p.428, 431, 433). Su casa de Sandfield Road había recibido cierta publicidad y su número de teléfono figuraba en la guía de Oxford, de modo que en ocasiones se presentaban visitantes sin cita previa o el teléfono sonaba a cualquier hora (Biografía, p.289). Durante esa época Tolkien escribió El herrero de Wootton Mayor, que se publicaría en 1967.

A comienzos de 1968 decidieron mudarse a otra casa más adecuada. La artritis de Edith empeoraba y la vivienda era demasiado grande para las ocupaciones diarias. Se trasladaron a Bournemouth manteniendo en secreto su nueva dirección, y así dejaron atrás las interrupciones por los admiradores y curiosos. Tenía más tiempo libre para trabajar. Y lo hizo, pero no en el Quenta Silmarillion. Decía Humphrey Carpenter que «la sub-creación se había convertido en un pasatiempo gratificante en sí, al margen del deseo de ver la obra editada» (Biografía, p.309). En los años de Bournemouth Tolkien escribió el largo ensayo De los Enanos y los Hombres, el conocido como Los ríos y las almenaras de Gondor, el texto que Christopher llamó La marca de Fëanor, el filológico Manos, dedos y números de los Eldar, y otros tantos… 

Sin embargo, en marzo de 1971 respondía una carta a William Cater, periodista que había entrevistado a Tolkien con anterioridad:

«En lo que respecta a mi obra, las cosas ofrecen un mejor aspecto ahora que el que han ofrecido por algún tiempo, y es posible que dentro de no mucho pueda enviar una parte del Silmarillion a Allen & Unwin este mismo año»
Cartas. Carta 322. p.474

Llama mucho la atención que Tolkien considerara (o quisiera creer) que la publicación de El Silmarillion estaba próxima. En realidad, según lo que sabemos por Christopher Tolkien, por el estado de los textos de su padre, apenas había avanzado significativamente desde finales de los años 50. Únicamente la revisión del relato de la historia de Maeglin de 1970 puede valorarse un «trabajo» para la publicación de El Silmarillion (en realidad esta historia quería incorporarla en una nueva versión de La Caída de Gondolin). Decía Christopher, sobre el estado en que se encontraba el Quenta Silmarillion, en particular sobre su parte final:

«Parece mucho más remarcable, y difícil de interpretar, el hecho de que mi padre lo tratara como si solo precisara una revisión superficial después de que hubiera transcurrido tanto tiempo»
La Guerra de las Joyas, pp.292-293

El 29 de noviembre de 1971 Edith murió, y unos meses más tarde Tolkien dejó Bournemouth y se instaló en una vivienda que le ofreció el Merton College de la Universidad de Oxford. Los dos últimos años de Tolkien transcurrieron sin avances para ofrecer un texto publicable de El Silmarillion. No obstante, escribió varios textos sobre asuntos de su mitología: Glorfindel, los cinco magos, Círdan, o Galadriel y Celeborn.

Tolkien murió el 2 de septiembre de 1973, a los 81 años.