¿Por qué Tolkien no publicó El Silmarillion?
En 1977, cuatro años después de la muerte de
su padre, Christopher Tolkien editó y publicó El
Silmarillion. Hay gente que se
pregunta, o se ha preguntado alguna vez, por qué J.R.R. Tolkien no publicó en
vida esta obra. No es respuesta fácil; posiblemente fue un cúmulo de cosas las
que hicieron que finalmente Tolkien no pudiera ofrecer un texto acabado para su
imprenta. Christopher lo hizo, sí, tal como estaban (más o menos) las historias
y capítulos cuando su padre murió. Algunas de estas historias estaban «anticuadas»,
databan de una época anterior a El Señor de los
Anillos, y en otras ocasiones
Christopher se excedió con cambios editoriales, como reconoció más tarde.
Lo que se pretende en las siguientes líneas es
intentar reflejar en qué estado se encontraba «El Silmarillion», el conjunto de
textos que componen el legendarium o mitología de J.R.R. Tolkien, a partir de
la finalización de El Señor de los Anillos, y qué circunstancias, sucesos, etc. ocurrieron
desde entonces que pudieron impedir o dificultar la publicación de esta obra.
En otoño de 1949 Tolkien acabó de escribir El Señor de los Anillos. Meses
más tarde escribió a Stanley Unwin, editor de El Hobbit, pidiéndole publicar El Silmarillion y El Señor de los Anillos «conjuntamente
o relacionadas». En aquel entonces Tolkien soñaba con la posibilidad de ver impresa
la obra cuyos primeros escritos se remontan a 1916-1917. Milton Waldman, de la
editorial Collins, también había mostrado interés por El Silmarillion, «estaba
dispuesto a publicarlo siempre que lo terminara» (Biografía, p.258).
Tolkien había dejado de lado «El
Silmarillion» cuando en diciembre de 1937 comenzó a escribir El Señor de los Anillos. El
Quenta Silmarillion (QS), había sido abandonado a mitad del capítulo 17, en el momento de
la partida de Túrin de Doriath. Una vez terminado El Señor de los Anillos y
con esperanza de publicar El Silmarillion, Tolkien volvió a las historias de los Días
Antiguos con renovada energía. Los primeros años de la década de los 50 fueron
muy productivos; Tolkien realizó nuevas versiones de los Anales, una obra que guardaba
estrecha relación con el Quenta, revisó y corrigió QS, y retomó las grandes
historias: comenzó de nuevo el poema de La Balada de Leithian (poema sobre Beren y Lúthien) que había
interrumpido en 1931, volvió a la historia de Túrin con el Narn i Chîn Húrin, y empezó a escribir un texto de nombre De
Tuor y la Caída de Gondolin.
Sin embargo, muchos de estos trabajos no
llegaron a concluir. Los Anales Grises no fueron más allá del encuentro de Húrin con
la tumba de sus hijos y una sinopsis de lo que seguiría a continuación. El Quenta Silmarillion
tampoco avanzó más del punto donde había llegado anteriormente y apenas revisó
superficialmente los últimos capítulos. De La
Balada de Leithian se limitó a reescribir
pasajes cortos «por aquí y por allá» y la obra De Tuor
y la Caída de Gondolin fue
abandonada cuando Tuor contempla la ciudad desde la lejanía.
¿Qué sucedió? Christopher Tolkien atribuyó
este abandono de sus obras en esta época a «la falta de esperanzas de
publicación» (El Anillo de Morgoth, p.7). Aunque Stanley Unwin había dado una
negativa a la petición de Tolkien de publicar las dos obras, El Señor de los Anillos y El Silmarillion, Milton
Waldman estaba seguro de que su empresa aceptaría. Lamentablemente todo se
complicó. El precio del papel subió, los costes de producción se dispararon y
la editorial Collins finalmente dio un paso atrás desestimando la inversión.
Tolkien acabó escribiendo a Rayner Unwin, hijo de Stanley, aceptando solo la publicación
de El Señor de los Anillos. Era el año 1952.
«En cuanto a El Señor de los Anillos y a
El Silmarillion, están donde estaban. El uno terminado (y el final revisado) y el otro
todavía sin terminar (o sin revisar), y los dos acumulando polvo […] Pero más bien
he modificado mi punto de vista. ¡Es mejor algo que nada! Aunque para mí todo constituye
una unidad, y El Señor de los Anillos estaría mejor como parte del conjunto, de
buen grado consideraría la publicación de cualquier parte de ese material. Los
años se están volviendo preciosos. […] ¿Puede hacerse algo para abrir las
puertas que yo mismo cerré?».
Cartas. Carta 133. p.193
En 1954 se publicó La Comunidad del Anillo y Las Dos Torres. El Retorno del Rey
tuvo que esperar un año más por la elaboración de los apéndices. Tolkien, profesor
de lengua y literatura inglesa de la universidad de Oxford, comentó en una ocasión
que sus compañeros dijeron: «Ahora sabemos qué ha estado haciendo todos estos
años. Y por qué la edición de esta obra, y el comentario de aquella, y las gramáticas
y glosarios prometidos nunca se terminaban. Ya se ha entretenido; ahora debería
trabajar un
poco» (Biografía, p.275). Consideraban que se había distraído en exceso y debía volver
a sus «obligaciones» como filólogo.
En verano de 1959 Tolkien acabó su actividad
académica. Tenía 67 años.
«Después de cuatro décadas de
servir en la universidad, se proponía dedicar todo el tiempo posible a sus
leyendas, y en especial a la conclusión de El
Silmarillion, que Allen & Unwin
estaba muy interesada en publicar, después de una espera de varios años».
Biografía. p.292
El retiro de Tolkien de su cátedra en Oxford
marcó también, de algún modo, un cambio en su vida. Se alejó de sus compañeros y
de los clubes. Le preocupaba mucho la salud y bienestar de su mujer Edith «y se
sentía obligado a pasar con ella todo el tiempo posible» (Biografía, p.291). Pero era también
«un abandono deliberado de la compañía con la que había vivido, trabajado y
conversado durante cuarenta años» (Ibid.).
Pero, ¿en qué estado se encontraba «El
Silmarillion»? Un año antes, Tolkien, con ayuda de un mecanógrafo, había
realizado una copia de los Anales y del Quenta Silmarillion que incorporaban las alteraciones hechas en
1951-1952. Aunque era esa la intención, no siempre ocurrió; algunos cambios se
perdieron y no se reflejaron en esta copia. No obstante, fue el inicio de una
nueva revisión y reescritura en los meses posteriores. Apareció de esta forma
el Valaquenta, nuevos
capítulos y ensayos. Pero, de nuevo, Tolkien no llegó a la última parte del Quenta Silmarillion.
Para el tema que nos ocupa, entre los varios
textos y ensayos que Tolkien escribió en esta época, hay que destacar una idea
que había aparecido con anterioridad. Tolkien pensó que su cosmogonía, es
decir, el origen del mundo, debía ser más «real», y elaboró un comentario con la
idea de «regenerarla». Hasta entonces, en su mitología la Tierra era plana y el
Sol y la Luna eran creados a partir del último fruto de los Dos Árboles, Laurelin
y Telperion, tras haber sido mancillados por Melkor y Ungoliant.
«…me sentí inclinado a adherirme
a la Tierra Plana y a la tarea astronómicamente absurda de la hechura del Sol y
la Luna. Pero no puedes inventar historias de ese tipo cuando vives entre
gentes con el mismo fondo imaginativo general, cuando el Sol «de verdad» sube
por el Este y desciende por el Oeste, etc. Cuando, no obstante (independientemente
de lo poco que sepa o piense la gente sobre astronomía), la creencia general es
que vivimos en una isla «esférica» en el «Espacio», no puedes seguir
haciéndolo».
El Anillo de Morgoth. La Transformación de los Mitos. p.422-423
Tolkien escribió unas ideas generales sobre
esta «nueva mitología»: El Sol estaría desde un principio junto a la Tierra y Arda
sería lo que nosotros conocemos como el Sistema Solar. La llegada de los Hombres
se trasladaría mucho más atrás, pues «no es creíble que en apenas 400 años
surja la variedad y el desarrollo (p. ej. de los Edain) de la época de Felagund»
(El Anillo de Morgoth, p.431).
Sin embargo, estos nuevos conceptos no se vieron
reflejados en un relato, en una nueva versión del Quenta Silmarillion o
los Anales.
Esta falta de desarrollo de la «nueva mitología» llevó a Christopher a suponer
que su padre vio que la «antigua mitología» estaba demasiado interrelacionada
entre sí.
«aunque decidido en mente a
abandonar el antiguo mito del origen del Sol y la Luna mi padre dejó en
suspenso la formulación y expresión del nuevo. Es posible, aunque no dispongo
de pruebas en una dirección o en otra, que este texto experimental le hiciera
ver que la vieja estructura era demasiado global, demasiado interrelacionada en
todas sus partes, de raíces demasiado profundas, para soportar una cirugía tan
devastadora».
El Anillo de Morgoth. La Transformación de los Mitos. p.437
Si bien estas ideas no se plasmaron en una
revisión de la vieja mitología, tampoco Tolkien volvió a tocar el Quenta Silmarillion en
lo que le quedaba de vida. Su interés se fue hacia otros asuntos, muchas veces
de manera errática. Tolkien era una persona que se distraía con facilidad.
«Invertía una considerable
cantidad de tiempo en contestar la correspondencia. Sus lectores le escribían elogiando,
criticando, o pidiendo información sobre algún elemento de sus narraciones. A
veces […] extraviaba una carta después de escribirla […] la búsqueda solía
revelar otras cosas olvidadas […] y entonces abandonaba lo que hubiera
comenzado, para dedicarse a leer o a reescribir lo que acababa de descubrir».
Biografía. p.295
También pasaba mucho tiempo con solitarios, crucigramas,
dibujos heráldicos.... «Pero luego se sentía avergonzado por lo que no consideraba
sino métodos dilatorios, e intentaba volver al trabajo. Entonces sonaba el teléfono,
o Edith le pedía que la acompañase a hacer compras o a tomar el té con una
amiga» (Biografía, p.296). Esta sensación de perder el tiempo, de la que muchas veces era
responsable, no ayudaba a un hombre que tenía cierta tendencia a la depresión,
aunque por breves períodos (Ibid. p.297).
Falta de disciplina, distracciones, la
edad que fue haciendo mella en sus energías (escribía en 1965: «Encuentro
difícil trabajar; empiezo a sentir la vejez y el fuego que se extingue», Biografía, p.290) podrían explicar,
en parte, que Tolkien no llegara a publicar El
Silmarillion. Pero sabemos que siguió
escribiendo durante la década de los 60 y hasta el último mes de su vida muchos
otros textos sobre su legendarium: escritos filológicos, ensayos, textos
sobre Galadriel, Glorfindel, etc. Parece evidente que perdió el interés por
acabar el Quenta Silmarillion, unificar los textos, reescribir esos
últimos capítulos. Prefería otras cosas. Quizá la (nueva) cosmogonía le hiciera
dudar. Incapaz de eliminar el antiguo mito de la creación del Sol y la Luna y rehacer
buena parte de sus escritos, pero, a su vez, incapaz de acabar una obra cuya
cosmogonía le parecía poco creíble.
T.A. Shippey aporta otro posible motivo: el
peligro de contar esos relatos que daban «impresión de profundidad» a El Señor de los Anillos. «Una
cualidad […] creada de la misma manera que la antigua épica por las canciones y
digresiones como la balada de Tinúviel que canta Aragorn, las alusiones de Sam
Gamyi al Silmaril y la Corona de Hierro […] Contarlos en su propia forma y
esperar de ellos que retengan el encanto que tuvieron en su marco más amplio
sería un error tremendo» (El Camino a la Tierra
Media, p.262). Citaba Shippey a Tolkien en una carta
de 1963:
«Yo mismo tengo dudas sobre la
empresa [presentar las leyendas de El Silmarillion de forma coherente de forma coherente, integrándose con El S. de
los A. y darles cierta forma progresiva]. Parte del atractivo
del S. de los A. radica, creo, en los atisbos de una historia más amplia
desarrollada en el fondo histórico: un atractivo como el que tiene ver a lo
lejos una isla que no se ha visitado, o las torres de una ciudad distante que
resplandecen entre la niebla iluminada por el sol. Ir allí es destruir la magia,
a no ser que vuelvan a revelarse nuevos panoramas inasequibles».
Cartas. Carta 247. p.388
Respecto a esta carta citada, Christopher
Tolkien va más allá… Las dudas, lo que estaba en cuestión para su padre, «era el
hecho de publicarlo después de la aparición de El Señor de los
Anillos, cuando, como él
pensaba, el momento oportuno ya había pasado» (El libro de los Cuentos Perdidos I, p.10).
Pero, aunque se han nombrado probables causas
por las que Tolkien no trabajó en El Silmarillion en estos años, en sus cartas él transmitía
la intención de hacerlo. Sus actos y sus palabras divergían. A Dick Plotz, «Thain»
de la Tolkien Society of America, le decía en septiembre de 1965:
«En cuanto al «Silmarillion» y
sus apéndices: todo eso está escrito, pero en un estado de confusión que es
consecuencia de alteraciones y ampliaciones hechas en diferentes fechas
(incluyendo «reescrituras» que confirmen los vínculos entre él y El S. de los Anillos).
Falta un hilo del que pendan sus diversidades. Presenta además en forma más aguda
todavía las dificultades con que me topé en El S.
de los A.: la necesidad de
familiarizar a una audiencia con una mitología desconocida sin referencia a los
cuentos y la de relacionar varias leyendas largas que dependen de la mitología
sin demorarlas con digresiones explicativas. Había tenido esperanzas de estar
ya profundamente inmerso en el trabajo necesario para presentar parte del material
en forma publicable... Creo que lo sacaré por partes. Puede que la primera, si
tengo todavía la salud y el vigor requeridos, esté en prensa el próximo año».
Cartas. Carta 276. p.418
Ese septiembre de 1965 escribía a Rayner
Unwin: «Quiero terminar Gawain y Pearl y trabajar en el Silmarillion» (Cartas, carta 277, p.422). Y en
diciembre de ese año respondía a Clyde S. Kilby, profesor del Wheaton College,
Illinois, que se ofrecía ayudarlo para terminar El
Silmarillion:
«Está ahora en un estado de
confusión, pues ha sido alterado, ampliado y trabajado por intervalos de vez en
cuando. Si tuviera la ayuda de un erudito favorablemente dispuesto y a la vez
crítico, siento que parte de él podría volverse publicable. Necesita la presencia concreta de un amigo y
consejero al lado, que es precisamente lo que usted ofrece. Según me parece,
pronto estaré en libertad de volver sobre él, y junio, julio y agosto están
disponibles».
Cartas. Carta 282. p.425-426
La correspondencia de los meses siguientes
muestra a un Tolkien más parco en palabras con sus lectores, abrumado de
trabajo y necesitado de tiempo (Cartas, carta 286, 291, 294, p.428, 431, 433). Su
casa de Sandfield Road había recibido cierta publicidad y su número de teléfono
figuraba en la guía de Oxford, de modo que en ocasiones se presentaban visitantes
sin cita previa o el teléfono sonaba a cualquier hora (Biografía, p.289). Durante esa
época Tolkien escribió El herrero de Wootton
Mayor, que se publicaría en 1967.
A comienzos de 1968 decidieron mudarse a
otra casa más adecuada. La artritis de Edith empeoraba y la vivienda era demasiado
grande para las ocupaciones diarias. Se trasladaron a Bournemouth manteniendo
en secreto su nueva dirección, y así dejaron atrás las interrupciones por los
admiradores y curiosos. Tenía más tiempo libre para trabajar. Y lo hizo, pero
no en el Quenta Silmarillion. Decía Humphrey Carpenter que «la sub-creación
se había convertido en un pasatiempo gratificante en sí, al margen del deseo de
ver la obra editada» (Biografía, p.309). En los años de Bournemouth Tolkien
escribió el largo ensayo De los Enanos y los
Hombres, el conocido como Los ríos y las almenaras de Gondor, el texto que Christopher llamó La marca de Fëanor, el filológico Manos, dedos y números de los Eldar, y otros tantos…
Sin embargo, en marzo de 1971 respondía una
carta a William Cater, periodista que había entrevistado a Tolkien con
anterioridad:
«En lo que respecta a mi obra,
las cosas ofrecen un mejor aspecto ahora que el que han ofrecido por algún
tiempo, y es posible que dentro de no mucho pueda enviar una parte del Silmarillion a Allen & Unwin este
mismo año»
Cartas. Carta 322. p.474
Llama mucho la atención que Tolkien considerara (o quisiera creer) que la publicación de El Silmarillion estaba próxima. En realidad, según lo que sabemos por Christopher Tolkien, por el estado de los textos de su padre, apenas había avanzado significativamente desde finales de los años 50. Únicamente la revisión del relato de la historia de Maeglin de 1970 puede valorarse un «trabajo» para la publicación de El Silmarillion (en realidad esta historia quería incorporarla en una nueva versión de La Caída de Gondolin). Decía Christopher, sobre el estado en que se encontraba el Quenta Silmarillion, en particular sobre su parte final:
«Parece mucho más remarcable, y difícil de interpretar, el hecho de que mi padre lo tratara como si solo precisara una revisión superficial después de que hubiera transcurrido tanto tiempo»
La Guerra de las Joyas, pp.292-293
El 29 de noviembre de 1971 Edith murió, y unos
meses más tarde Tolkien dejó Bournemouth y se instaló en una vivienda que le ofreció
el Merton College de la Universidad de Oxford. Los dos últimos años de Tolkien
transcurrieron sin avances para ofrecer un texto publicable de El Silmarillion. No obstante,
escribió varios textos sobre asuntos de su mitología: Glorfindel, los cinco
magos, Círdan, o Galadriel y Celeborn.
Tolkien murió el 2 de septiembre de 1973, a
los 81 años.